El sector audiovisual español está en caída libre desde hace unos años, como acaba de ratificar las últimas cifras dadas a conocer (http://goo.gl/WjcEmv) y que lo colocan a las puertas del abismo. Lugar en el que se merece estar porque lleva instalado en la comodidad demasiado tiempo, abusando de una situación dominante de distribución y comercialización, y en una resistencia constante al cambio tecnológico y de las nuevos hábitos de consumo en el sector del ocio y la cultura.
El sector del cine español, lejos de ser una industria y considerarse como tal, ha vivido en gran parte de subvenciones y de un modelo agotado ya: las salas de cine. La primera mentira que conviene desenmascarar es que al público sí que le gustan las películas y pagar por ellas, lo que no está tan claro es que sea en salas de cine y a precios fuera del mercado real del ocio.
Ir al cine cuesta unos 8 euros en España, precio medio por ciudad, y a cambio se reciben dos horas de entretenimiento. Es decir, sale la diversión a 4 euros hora. Si pagamos una tarifa plana en una plataforma legal, el coste de entretenimiento hora cae a precios ridículos, importes que no pueden competir con la gran pantalla.
Por otra parte, se ignora desde el sector del cine una circunstancia que cada vez gana más peso: el ocio en nuestros domicilios. Y un fenómeno, el de la multipantalla: jugar en el ordenador online, compartir partidas por medio de video consolas 3D, ver cientos de canales de TV en varias plataformas, Youtube, y así decenas de posibilidades más que existen; además de poder COMPARTIRLO en las redes sociales, whatsapp y comunidades virtuales de cada uno de estos ecosistemas.
Y los responsables de una industria casi monopolística (otro de sus males) quieren que el público deje de consumir de esta manera. Salga de casa, gaste bastante más dinero en ocio y apueste a un modelo viejo: la sala de cine. Caduco en el sentido de que no aporta nada nuevo al usuario, la experiencia es la misma desde hace 100 años o más, y en la actualidad los consumidores quieren cambios y experiencias nuevas constantemente.
¿Quién sacará al cine de esta situación? Seguramente jóvenes cineastas con talento creativo que ahora son considerados frikis por parte de los que gobiernan la industria. Chavales que están en sus casas haciendo cortos pero que ahora tienen una herramienta que les evita intermediarios, la red. ¿No es mejor estrenar para todo el mundo que para un país?, por ejemplo.
¿Cómo? Usando internet y las nuevas tecnologías, sabiendo que el consumo de cine ha cambiado de formato y de pantalla, que hay que llegar a un nuevo de tipo de consumidor muy diferente al que había hasta ahora. Con nuevos lenguajes cinematográficos, que ya están inventados, pero que sabrán adaptar al fenómeno de varias pantallas. Mala suerte para los nostálgicos.
¿Financiación? Por lo pronto no será tan costosa como hasta ahora, ya que no harán falta intermediarios en la distribución y en la exhibición. Ni será necesario pagar a superestrellas, al contrario de lo que difunde para alarmar, sí habrá buenos actores que tendrán que cobrar lo que el mercado pueda pagar (como usted y yo, vamos). Una parte de la misma se hará por
medio de la financiación compartida o crowdfunding, y por supuesto existirán plataformas online para poder comercializar estas películas.
Esto no va a significar una selva de piratas, al contrario, sino un nuevo modelo de negocio. Al igual que hay talento innato, hay empresarios que ven los negocios y habrá plataformas donde pagar precios razonables del mercado del ocio y ver estas producciones. Publicado por Javier Atienza