He pasado de leer en mi cama durante horas, a hacerlo por las mañanas en el tren de camino al trabajo. Sí amigos, por fin el esperado pequeño gran milagro. O al menos parte de él. Porque aunque tiene fecha de caducidad, es lo que ahora mismo necesito. Me han dado alas para volver a Barcelona.
Ava nace con alas. Con plumas. Y en fin, hay que leerlo. Me estoy acercando al final y lo cierto es que engancha mucho más a partir de la mitad. Quierso saber qué será de Ava, su hermano gemelo SIN alas y de su madre, y si ambas abrazarán al fin el amor.
Me ayuda a mantenerme despierta por las mañanas mientras viajo en tren, aunque reconozco que a veces echo alguna cabezada... incluso de pie.