Quizás nos vemos algunos humanos predestinados, una y otra vez a estar unidos, a conocernos una y otra vez, aunque pienso que con un propósito y hasta cierto punto con un motivo, el poder estar con aquellas almas a las que debemos ayudar, qué queremos o que nos necesitan.
O quién sabe, igual tienen razón los japoneses, quienes tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hijo rojo atado al dedo meñique.Esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria ulnarconecta el corazón con el dedo meñique
Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.
La historia en sí cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento.
Ese hilo imaginario existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas.
Sea como dicen los hindúes, por ése “vagabundear” de nuestras almas, que estemos unidos por el karma o por la creencia japonesa, del “hilo rojo”, no hay que dejar de reconocer que muchas personas al conocernos nos damos cuenta de que estábamos predestinadas….quizás para siempre.
Año 1971, hace ya tantos, tantisimos años…. toda una vida, pero he de reconocer que a mí me parece que fue ayer cuando entré a formar parte de una gran empresa, de la que me he enorgullecido siempre; en ella crecí profesional e incluso por qué no decirlo, a nivel personal y en la que me sentí parte de ella hasta el extremo de sentirme parte de la familia de sus propietarios originarios de India.
Oriundos de India los dueños y los productos que comercializaba “mi” empresa eran japoneses.
Este hecho me ayudó a descubrir y conocer otras culturas completamente diferentes a las nuestras, tan lejanas, extrañas y exóticas que en cierta medida me sentía privilegiada; se me abrieron puertas a otros mundos, a otras costumbres, a otra idiosincrasia, diferente forma de ver y vivir la vida.Así, casi sin darme cuenta me fui introduciendo en el conocimiento de esos países ya no tan lejanos, los países de Oriente que sólo podía conocer a través de la lectura o de las películas.
India y Japón ya no solo los tenía situado en el mapa, también marcaron mi vida, mi forma de pensar e incluso mis creencias y gusto, sintiendo pasión y admiración por su cultura e idiosincrasia….también marcada por el tiempo: las horas, los minutos, los segundos y el tic tac de los relojes japoneses.
Hoy con el mismo orgullo de entonces y sin ocultarme en los medios sociales puedo decir: Soy Toñy Sánchez de Orient, así me conocían los profesionales del gremio de relojería, ya fuesen clientes, distribuidores o proveedores…. Durante más de treinta años, mi segundo apellido fue “de Orient”.
Éramos distribuidores en exclusiva de los relojes japoneses Orient, Citizen, Rythmn….(Ésta foto fue tomada en Tokyo a principio de los años 80, haciendo el pedido anual de relojes en la Sede Central de Orient Watch Co.Ltd.)
Así que Japón e India se fusionaron con mi mentalidad andaluza.Estaba escrito, era mi destino y así lo siento.
Gracias a ello y refiriéndome a la gastronomía, que es en definitiva el motivo por el que publico el blog, yo tuve la suerte de descubrir productos, sabores, recetas desconocidas en una época donde la globalización aún no nos permitía prácticamente degustar e incluso conocer productos de países lejanos.
Entre ésos productos: el mango.
Un árbol originario de la India, de hecho los primeros textos que existen, donde se menciona éste árbol y de su frutaestá escrito en sanscrito y se encontró en La India, hace 6000 años.En India es un árbol sagrado al que se le atribuyen propiedades mágicas; de hecho es con su madera con la que se prepara las pilas para quemar a los muertos, los enamorados expresan sus deseos bajo las copas de sus ramas, símbolo de fertilidad y amor e incluso dice la leyenda que Buda encontró paz e inspiración en un huerto de mangos.
Muy propagado por el resto del mundo, sobre todo en los países intertropicales.Y es en la Axarquia malagueña y en la vecina Costa Tropical granadina los dos únicos lugares de Europa donde es posible cultivar frutos exóticos; en ningún otro sitio se cultivan mangos, una de las frutas más deliciosas y nutritivas de cuantas llegan a nuestros mercados.
Tengo entendido que hay cientos de variedades de mangos, pero las condiciones climatólogicas de nuestras costas del Mar de Alborán, sólo permiten la producción de ocho o diez.
¿Saben que los mangos más caros del mundo son cultivados en Japón? Concretamente la variedad llamada “Taiyo no tamago”,que viene a traducirse como “Huevos de Sol”, cultivados en la región de Miyazaki, al suroeste del país (dos mangos con denominación de origen se han llegado a vender últimamente por más de 2000 euros)…..
Con cientos de variedades, unas no tienen nada que ver con las otras…. Se diferencian en el color, el olor, el sabor, la textura o el tamaño, entre otras cosas….así que.cuando ví éste mango que pesaba más de un cuarto de kilo, madurado al Sol de la Axarquia malagueña, no me pude resistir…llegó a Mi cocina.
¿Qué hice con él…..? Una deliciosa, sorprendente y exquisita salsa para acompañar unas albondigas de carne con frutos secos ¿original verdad?.
¿Como lo preparé?
Ingredientes:
Para la salsa:
Medio mango (si es pequeño uno entero) maduro, una cebolla blanca fresca, dos dientes de ajo, un chorreón de aceite de oliva virgen extra, dos cucharadas soperas de vino blanco, media cucharada pequeña de azúcar moreno, seis granos de pimienta negra, medio vaso de agua, sal y cilantro fresco.
Para las albóndigas:
Cuarto y mitad de carne de ternera picada, dos rebanadas de pan, medio vaso de leche, diez o doce uvas pasas moscatel (sin semillas), una docena de almendras, quince o veinte piñones, dos o tres nueces, sal y pimienta. Harina de trigo y aceite (para freir las albóndigas).
Los pasos a seguir:
En un cazo echar un chorreón de aceite y pochar a fuego lento la cebolla junto con el ajo picados previamente en trozos pequeños, concuidado de que no se lleguen a quemar (aproximadamente unos diez minutos) removiendo de vez en cuando. Agregar el vino y dejar evaporar.
Cortar el mango, una parte reservar para decorar el plato cortado en la forma que prefieran y el resto en trozos pequeños incorporarlo a la cacerolita junto con los granos de pimienta negra, el azúcar y sofreir durante dos o tres minutos, mezclando bien todo el conjunto. Salar al gusto.
Incorporar el agua y cuando vuelva a hervir, retirar del fuego y pasarlo al vaso de la batidora.
Triturarlo de forma que quede lo más fino posible y reservar caliente.
Preparar las albóndigas:
Remojar el pan con la leche.
Picar lo más finamente posible los frutos secos (pasas, almendras, piñones y nueces).
En un cuenco echar la carne picada, los huevos, el pan remojado, los frutos secos, salpimentar y mezclar bien.
Hacer bolas del tamaño deseado, pasar por harina y freir en abundante aceite caliente (aconsejo en éste caso usar freidora) y que queden doraditas.
Una vez listas las albóndigas incorporarlas a la cacerola donde se ha mantenido caliente la salsa de mango, remover bien y dejar cocer unos dos minutos.
Servir espolvoreando con cilantro fresco (romper las hojas con los dedos….no picar con cuchillo).
Acompañar con una buena hogaza de pan…para mojar y una buena “sartená” de patatas fritas.
Dedicado a aquellas personas a las que me une ése “hilo rojo” del destino.No hace falta que indique los nombre: ésas personas saben quienes son.