Alcohol. En qué ocasiones hay que decir no

Por Blogdefarmacia.com

El valor nutritivo del alcohol es prácticamente nulo. Las calorías que pueda aportar, realmente no pasan a formar parte de la energía muscular, sino que engordan.

La ingesta de alcohol produce la impresión inicial de calor, cuando en realidad dilata los vasos sanguíneos y con ello provoca una pérdida del calor. Como consecuencia se produce un descenso de la temperatura corporal.

Por otra parte, tiene una acción deshidratadora, ya que acelera la salida del agua de las células de la circulación general.

Provoca la excitación del sistema nervioso y por ello mantiene cierta acción euforizante.

Produce una disminución de los reflejos generales y cambios en la atención y en la percepción de las distancias.

Cuando se produce su abuso, puede atacar a la mucosa del esófago, del estómago y del intestino. Por consiguiente se distribuye a otros tejidos que no están capacitados para eliminarlo de forma óptima.

En exceso, ataca de forma muy grave al hígado, el cerebro y el sistema nervioso.

 

Cuándo se impone la abstención

  • Embarazo. El alcohol pasa a la placenta, alcanza al feto y provoca graves riesgos para el bebé.
  • Lactancia. El alcohol pasa a la leche materna.
  • Ayuno. Con el estómago vacío pasa más rápidamente a la sangre.
  • Fármacos. Interfiere en la toma de medicamentos como antibióticos, antidepresivos  y tranquilizantes. Su mezcla puede ocasionar graves efectos indeseados.
  • Conducción. Además de la penalización correspondiente por la conducción en estado de ebriedad, el alcohol supone un grave peligro porque disminuye los reflejos, y modifica la percepción de las distancias sin que el afectado se percate debido a la sensación de euforia.