Alcohol (I)

Por Centro Psiconet

En los siguientes post vamos a dedicar nuestro tiempo a tener más información sobre una droga que en muchos casos ni siquiera la catalogamos como tal. Se trata del alcohol, un tóxico que habitualmente está presente de manera muy continua en nuestra vida y que en muchas ocasiones no le damos la importancia que deberíamos. Esta falta de importancia viene precedida de mucha falta de información sobre el consumo y sobre todo de lo socialmente aceptada que se encuentra en nuestra sociedad.

Empecemos por la información más accesible y que podemos encontrar casi cualquier tipo de búsqueda.

El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Afecta a la capacidad de autocontrol, produciendo inicialmente euforia y desinhibición, por lo que puede confundirse con un estimulante. Por eso puede hacer que te sientas alegre y te atrevas a hacer cosas que previamente te daban vergüenza o que catalogabas como peligrosas. En muchas ocasiones confundimos este tipo de efecto con ese mito de que el alcohol nos ayuda a hacer amigos y a ligar. Es preciso dejar claro que el alcohol no mejora en ninguno de los casos nuestras habilidades sociales, de hecho, tendemos más a hablar mucho más que a escuchar, por lo que alguna relación social se puede ver incluso perjudicada.

En esta información, también queremos incluir los efectos a corto plazo que el alcohol tiene en nuestro organismo. Podemos describir algunos como habla confusa o descoordinada, diarrea, vómitos, somnolencia, dificultades respiratorias, dolores estomacales, distorsiones visuales y en algunos casos, auditivas, disminuye nuestra capacidad de percepción y de coordinación, deteriora nuestra capacidad de juicio, llegando en muchos casos a despreciar nuestro nivel de percepción del riesgo…

Como efectos a largo plazo también existe un número considerable de ellos de los que sería positivo tener conocimiento. Hipertensión arterial, alteraciones del sueño, gastritis, agresividad, úlcera gastroduodenal, depresión, cirrosis hepática, disfunciones sexuales, cardiopatías, deterioro cognitivo, encefalopatías, demencia, cáncer, psicosis…

Uno de los efectos a largo plazo que tiene más importancia y se puede considerar más grave es la dependencia alcohólica.  Se trata de una enfermedad caracterizada por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas a un nivel que interfiere con la salud física o mental de la persona y con sus responsabilidades familiares, laborales y sociales.

El riesgo a desarrollar alcoholismo depende de varios factores entre los que se encuentran la edad de inicio del consumo de alcohol, la vulnerabilidad individual, teniendo en cuenta que las personas que hacen uso de este tóxico para aliviar su malestar psicológico elevan su riesgo y como no, la cantidad de alcohol ingerida.

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