Alcohol IV

Por Centro Psiconet

Para finalizar nuestra serie de post relacionados con el alcohol y su consumo queremos también dedicar una parte de nuestra información al entorno de la persona con problemas de dependencia. Una persona dependiente del alcohol no es la única afectada por el problema. De manera inequívoca su entorno social también tiene daños derivados de su enfermedad y en la mayoría de los casos los más afectados son su familia.

El alcoholismo tiene un efecto devastador en cualquier familia. Cuando los miembros de la familia se van haciendo conscientes del problema que se ha instalado en casa produce grandes tensiones, genera mucha frustración y sobre todo, esa sensación de no poder hacer nada, de no ser capaces de resolver los problemas que están afectando a sus seres más queridos.

Como es natural, dentro de las familias se desempeñan roles que nos vienen asignados de manera casi automática y tenemos que ver que existen diferencias en cómo les afecta esta situación a hijos, pareja, padres, amigos…

En el caso de los hijos, una de las consecuencias más reseñables tiene que ver con la falta de un padre en el que confiar, no encuentran lugar para expresar sus dificultades propias de la edad y esto hace que terminen por no contar sus experiencias en casa. Además, por el resto del círculo familiar se les anima siempre a mantener comportamientos que no alteren a la persona dependiente y así poder generar un clima menos conflictivo en el hogar. De los problemas más frecuentes que se desencadenan pueden ser: alteraciones emocionales y agresividad social, dificultades para manejar sus propias emociones, baja autoestima, pérdida del autocontrol…

La pareja, como no puede ser de otra manera, también se ve perjudicada por la convivencia con una persona dependiente. En muchas ocasiones, acaba asumiendo un exceso de responsabilidades en todos los ámbitos de la vida, ya que ve incapaz a la otra persona de hacerse cargo de estas exigencias y se ve en la obligación de cubrir estos huecos. Pueden adoptar diferentes actitudes según la manera de ser: recriminarle, protegerle y pedirle que cambie, compadecerle y facilitarle su adicción, proveerle de bebida para controlarle…

Esta persona puede llegar a estar tan involucrada con el enfermo que acaba por descuidar su vida personal y llegar así a la dependencia emocional que conocemos como co-adicción. En este caso también podemos describir algunos de los problemas más frecuentes que derivan de esta situación: angustia, frustración, exceso de responsabilidad, desesperanza, soledad, carencias afectivas, disminución de la capacidad de comunicación, sentimientos de culpa, pérdida de autoestima, hostilidad…

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