Aldo Rossi en San Cataldo

Por Marcelogardinetti @marcegardinetti

“creo que cuando la arquitectura se plantea el objetivo de poder ser trasmitida, de poder interpretar las situaciones de la realidad y se sitúa dentro del proceso histórico racional, está en condiciones de tener carácter progresivo” Aldo Rossi (1)

A partir de los años 60, los textos de Aldo Rossi expresan una manera de ver la arquitectura que contradice el criterio unidireccional del movimiento moderno. Su preocupación por una construcción lógica, aunque revela en algún sentido una visión cándida de la arquitectura, vertió un repertorio de nociones que reabrieron un debate arquitectónico estancado.

El carácter progresivo, en la idea de Rossi, está ligado a la búsqueda de una arquitectura intemporal construida con pocos elementos que proceden de arquetipos de la memoria colectiva. Rossi entiende cada proyecto como una parte de la ciudad, y como tal, debe ser resultado del carácter histórico y técnico de la arquitectura que la constituye. Esa atención crítica a los hechos de la ciudad concluye en una arquitectura que es consecuencia de tamizar las formas de la historia local: “el continuo rediseño de los elementos fijos: el pórtico, la galería, el cubo, el cono, las columnas que se componen y se sobreponen hasta formar los elementos reales y cotidianos, en el momento que descienden o escogen “il locus” en el que deben realizarse e incluso para el que no han sido pensados, es cuando se transforma en arquitectura”(2)

En 1971, cuando se formalizó el llamado a concurso para la ampliación del Cementerio de San Cataldo en Módena, Rossi se encontraba convaleciente de un accidente automovilístico. Esta circunstancia resultó determinante en la estructuración del proyecto: “estaba en la planta baja, en una pequeña habitación, junto a una ventana a través de la cual veía el cielo y un pequeño jardín. Casi inmóvil, pensaba en el pasado, pero también contemplaba el árbol y el cielo sin pensar en nada. Esa presencia y, al mismo tiempo, esa lejanía de las cosas —unida, además, a la dolorosa conciencia de mis propios huesos— me transportaba a la infancia. Al verano siguiente, durante el estudio del proyecto, tan solo conservaba esa imagen y el recuerdo del dolor de huesos: veía la conformación osteológica del cuerpo como una serie de fracturas a recomponer. En el hospital Slawonski Brod identifique la muerte con la morfología del esqueleto y las alteraciones de que puede ser objeto.”

Rossi junto a Braghieri presentaron el proyecto bajo el lema “L’azurro del cielo” inspirados en la novela del escritor francés Georges Bataille “Le bleu du ciel”. Un relato que habla sobre el aprendizaje de la muerte y la profundidad absorbente del cielo azul, escrito en 1935 y publicado en 1957. 


El terreno donde se construirá la obra se emplaza a uno de los lados de un antiguo cementerio construido por Cesare Costa en 1880, un edificio perimetral que encerraba un gran espacio abierto en su interior. En medio de las dos parcelas se encuentra el Cementerio judío. El proyecto repite las características del Cementerio Costa pero la planta se establece a la manera de las históricas ciudades romanas, a través de dos ejes perpendiculares.

Imbuido del recuerdo de su estadía en el hospital, Rossi piensa un sistema similar al de un cuerpo depositado. Establece el límite con la ciudad mediante una construcción perimetral en forma de “U”. El eje central del proyecto ordena las geometrías elementales empleadas en la planta: cuadrado, triangulo y circulo. También ordena el recorrido. Un pórtico señala el lugar de acceso; la secuencia continua con el osario en forma de cubo; los columbarios con forma de paralelepípedos, ubicados de manera perpendicular al eje en una secuencia de orden decreciente en tamaño y creciente en altura, de modo que las construcciones más largas son las más bajas y por el contrario, las más pequeñas son las más altas; y la fosa central, un enorme cono que corona el recorrido. El cubo y el cono trascienden la composición para transformarse en referencias urbanas.

Ese eje central es la columna vertebral de la estructura osificada que traza en planta. Una sucesión de elementos tipológicos que no tienen escala ni tiempo, ajenos a un contexto. Los vanos cuadrados realzados en los muros son elementos de escala variable. Revelan figuras que tienen semejanza con las composiciones pictóricas urbanas que Mario Sironi realizó en la década del 20.

El pórtico de acceso tiene carácter monumental. Está alineado en planta y altura a los tres niveles de la construcción perimetral. Es la analogía de un pórtico clásico: dos cuerpos macizos a cada lado soportan un techo a dos aguas colocado en sentido inverso al clásico y una serie de planos de hormigón dispuestos de manera transversal reemplazan las columnas cilíndricas tradicionales.



El osario es el elemento destacado de la composición. Fue concebido como un cubo vacío, sin techo, con vanos sin ventanas. Una construcción inacabada que ejemplifica la ausencia de vida. El tratamiento de la luz filtrada en los vanos, Rossi lo relaciona con las pinturas de Angelo Morbelli: “siempre me habían impresionado los cuadros como il natale dei rimasti y Pio Albergo Trivulzo, de Angelo Morbelli: los observaba fascinados sin poder juzgarlos. Ahora me servía de ellos como medios plásticos y figurativos, útiles para este proyecto. El estudio de las luces, los grandes rayos que caen sobre los bancos, las precisas sombras de las figuras geométricas de esos mismos bancos y de la estufa, todo parecía extraído de un manual de teoría de las sombras… Siempre tuve presente este hospicio durante la redacción del proyecto de Módena, y la luz que penetra por sus vidrieras es la misma que en aquél atraviesa, con precisos rayos la sección del cubo. Era en fin una construcción abandonada en la que se detenía la vida, quedaba en suspenso el trabajo, se volvía incierta la propia institución.”(3)

Los bloques de columbarios personalizan la conformación osteológica. Ubicados a cada lado de la espina dorsal, su altura progresiva proporciona una tensión creciente, recreando la disposición tipológica de otros cementerios históricos.

El cono constituye un signo referencial. Representa un memorial a los muertos abandonados en la guerra. En los subsuelos se propuso una fosa común que nunca fue construida.

“Rossi hace uso de formas icónicas, pero vaciándolas de su iconicidad mediante la repetición, una técnica que mina el aura y la singularidad de los elementos arquitectónicos. Cuando se saca a estos elementos de su contexto estético y funcional, pueden emplearse potencialmente como elementos textuales. Su importancia visual se ve minada mediante la repetición de elementos arquetípicos que no tienen una escala fija o determinada. Rossi consigue cambios de escala de varios modos, tanto en los dibujos como en los edificios” (4)

Entre 1971 –año que se premió el concurso- y el comienzo de su construcción en 1978, el proyecto sufrió varias alteraciones, aunque siempre preservó la calle central, que invoca la solemnidad de un espacio dramático según el ritual de la tradición Italiana. El proyecto de Rossi y Braghieri sólo fue construido parcialmente – los pabellones perimetrales, el pórtico y el osario- pero manifiesta indicios de la enorme fuerza expresiva de la composición global.

Rossi se nutre del contexto para recrear la monumentalidad clásica mediando su visión analógica. Sus obras asumen el desafío de recuperar la identidad de la ciudad mediante una semántica que surge de la lectura racional de sus hechos urbanos. Sin embargo, el proyecto para el cementerio de Módena trasciende por la expresividad de sus dibujos, en los que Rossi, más que representar un edificio, expone la fuerza de una idea.

©Marcelo Gardinetti, 2017  



Fotografía: ©Diego Terna

Dibujos: ©Fondazione Aldo Rossi

Notas:

  1. Conversación con Aldo Rossi, 2C construcción de la ciudad, 1972 N° 0 pag. 9
  2. Gianni Braghieri, Aldo Rossi, Editorial Gustavo Gilli, 1981, pág. 13
  3. Aldo Rossi, Autobiografía científica, Editorial Gustavo Gilli, Barcelona, pag. 22
  4. Peter Eisenman, Diez edificios canónicos, Editorial Gustavo Gilli, Barcelona, 2011, pag.184

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