Alice munro, algo que quería contarte: la cotidianeidad hecha magia

Por Asilgab @asilgab

Observar en lo más profundo del alma humana. Escudriñar aquello que nadie ve, y sentir el impulso de seguir buscando en la oscuridad de la nada. En las primeras experiencias de la vida. En el miedo a exhibir nuestra desnudez a los demás. En el recuerdo del primer amante. Y siempre desde el punto de vista de una mujer. Fuerte. Insólita. Innegociable en los principios y los afectos. Y, tras ella, una mirada sencilla y mordaz sobre la realidad. Todos estos matices componen el universo de Algo que quería contarte, una nueva recopilación de cuentos de Alice Munro (perteneciente a la primera parte de su obra), que ahora ve la luz en España, y con la que de nuevo somos conscientes del poder de una escritora que hace tiempo dijo que no sabe hacer otra cosa en el mundo que escribir, por mucho que años atrás intentara dejar de hacerlo. En esta recopilación de historias, sobre las duras condiciones de vida en el campo y las pruebas a los que la autora somete a sus personajes a lo largo de su existencia, una vez más, las mujeres serán las verdaderas protagonistas de las mismas, y los hombres, el reflejo de sus ilusiones o sus miedos. Desde esa feminidad, vista, tratada y solo comprendida desde el útero de la creación nos propone Munro, arranca un universo rico en matices y emociones; un universo que, por otra parte, es inaccesible para cualquier hombre.

Con una parquedad expresiva encomiable en las palabras, las relaciones o las emociones, Alice Munro nos retrata ese lugar donde la cotidianeidad se convierte en magia. Un lugar único creado por ella a modo de territorio literario a imagen y semejanza de aquellos otros inventados y soñados por diferentes escritores, y que son y representan la huella identificadora de su universo creativo, y también, de su semblanza literaria ante el mundo. Y, que en el caso de la escritora canadiense, podríamos añadir que es el lugar donde la luz del pasado se desploma sobre el presente, tal y como ocurre en Algo que quería contarte (el relato que abre esta recopilación y le da nombre), y que es una nueva pieza maestra de las narraciones cortas en el que Munronos narra toda una vida en apenas unas pocas páginas. Y, en el que la técnica de la elipsis, se muestra eficaz y aterradora cuándo ésta es puesta en manos de la gran literatura. Justo aquella que se cobija en nuestros corazones. Como a su vez ocurre en Dime sí o no, donde la precisión que se desprende de aquello que creíamos cierto o real (porque fuimos nosotros quienes lo construimos), y la necesidad de mentirnos para intuir que algo de todo lo vivido fue verdad (como la intensidad con la que lo deseamos), es un leitmotiv sentimental y existencial ante el que no podemos renunciar sin más, pues necesitamos saber y creer que no solo somos producto de nuestras fantasías.

Las sorpresas inherentes a todas las historias de Algo que quería contarte se encuentran en el desgarro existencial de las misma; un desgarro que se difumina con el viento helado de un invierno que se cuela por las ventanas de la soledad siempre presente en los personajes de Munro, a los que ésta dota de la particularidad de ver más allá de lo cotidiano, para de ese modo, partir a un espacio o un territorio nuevo y ajeno en el que poder vivir una nueva vida por muy dura que sea ésta. En este sentido, las narraciones de Munro son el contrapunto a la búsqueda de la felicidad, anhelada ésta de una forma ligera o infantil, pues en todas y cada una de las decisiones de sus protagonistas, la escritora busca ese lado oscuro desconocido o apenas perceptible de la vida de sus personajes sobre el que ella solo nos muestra la primera capa de soledad, tristeza o incomprensión, para dejar en manos del lector la capacidad de atribuirles a todos ellos ese rico mundo interior con el que la escritora los forja. Una singularidad que la ha convertido en una de las mejores cuentistas y en una precursora, junto a sus queridas Eudora Welty o Jean Rhys, de un universo femenino único, donde la mayor reivindicación del mismo es la libertad personal de todas y cada una de las mujeres a las que dota de esa particular y única de ver afrontar la vida: la de la cotidianeidad hecha magia.

Ángel Silvelo Gabriel.