El consumo de alimentos antioxidantes, nos ayudan a liberar los radicales libres, que resultan de la oxidación celular. Cuando el número de radicales es inestable y elevado, se producen enfermedades de envejecimiento precoz, carácter degenerativo, o cáncer entre otras.
Es necesario evitar para no sufrirlas: el alcohol , el tabaco, las drogas, las contaminantes ambientales, los productos químicos, el estrés y además, sustituir las carnes rojas por magras sin grasa o pescado. Hay que llevar una alimentación rica en frutas y vegetales, como: vitamina C, E y los betacarotenos -precursor de la vitamina A-, minerales como el selenio, cobre , zinc y otras sustancias como: licopeno, glutatión, clorofila.
La vitamina C, adecuada para la absorción del hierro y calcio, se encuentra en cítricos, pimientos, escaramujo, fresas y kiwis. La vitamina E, debido a su contenido en ácidos grasos protege las membranas celulares, como los espárragos, semillas de girasol, guisantes, nueces o lechuga. El betacaroteno, por ejemplo, se transforma en vitamina A en el hígado y en el intestino, como la verdolaga, zanahoria, espárragos, tomate, espinacas, entre otros;
El selenio elimina los metales pesados y fortalece el corazón, se encuentra tanto en la avena como en el arroz integral. El cobre fortalece el sistema inmunológico y está presente en legumbres, como por ejemplo en la soja; el zinc se encuentra en el apio, borraja, higos, melocotones, patatas y en las berenjenas.
El licopeno contiene propiedades anticancerígenas, presente en tomates y zanahorias; el glutatión ayuda a evitar procesos cancerosos y eliminar sustancias tóxicas del organismo, como la verdolaga, ajo, patatas y brócoli. Unos de los más potentes son los flavonoides, presentes en el ajo, espinacas, cebolla, cítricos, manzanas, peras y la clorofila, que se pueden obtener de diversos preparados de venta en centros de dietética, mantiene el organismo fuerte y sano, y previene el envejecimiento.