Uno es la cafeína, la cual ha demostrado tener poder analgésico por sí sola, sin combinarse con otros medicamentos.
El otro es la capsicina, la sustancia picante del ají, cuya utilización como analgésico potente se está estudiando actualmente.
La cafeína ejerce su efecto haciéndose pasar por adenosina, e interrumpiendo la transmisión de las señales de dolor al cerebro.
El cuerpo bombea adenosina como señal de sufrimiento. Por ejemplo, explica el doctor Luiz Belardinelli, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida, cuando usted va corriendo y siente un dolor agudo en el pecho, es la adenosina advirtiéndole que debe ir más lentamente. Recomiendo leer el articulo (la vitamina C, antioxidante de altisimo poder)
El dolor es señal de que algo está mal, dice.
Sin embargo, la cafeína en cantidad suficiente anula esa señal de dolor.
Como si fueran una pandilla de invasores, las moléculas de la cafeína expulsan a la adenosina de los sitios receptores en las células, toman su lugar e interrumpen el paso de las señales de dolor.
Los receptores aceptan a la cafeína porque su estructura química es semejante a la de la adenosina, pese a ser diferente su función bioquímica.
Esto está bien cuando la cafeína cura un dolor de cabeza, pero no si las señales de dolor del corazón se bloquean a causa de la cafeína. El doctor Belardinelli dice que la cafeína podría ser tan potente como para impedir que la persona perciba las señales de sufrimiento del corazón, contribuyendo así a la isquemia silenciosa del miocardio, en la cual la persona sufre un ataque cardíaco sin experimentar síntomas de dolor.