Las dos somos muy de los Beatles... Este grupo icónico nos fascina, y nuestros hijos (al menos uno de cada) han heredado el agrado por sus canciones. Una de nosotras tenía a menudo conversaciones y discusiones musicales con su padre. Los domingos, aparte de compartir el partido de fútbol televisivo de rigor, el resto de la tarde disfrutaban del tocadiscos, casi siempre escuchando Zarzuela y Ópera, pero también nos atrevíamos con Demis Roussos, Carlos Gardel o Rocío Jurado. En la variedad estaba el gusto. Sin embargo, nunca pudo la hija conseguir que su progenitor sucumbiera a escuchar las magníficas obras de sus amados Escarabajos británicos. Imposible... Cuestión de edad y prejuicios, porque Don Julíán no aceptaba que unos "pelusas" modernos pudieran tener la trayectoria musical que tuvieron, tienen y tendrán. Sin embargo, en estas tardes musicales, cuando la mitad de Retro le dijo, -Papá, si no fueran buenos..., ¿cómo es que sus canciones siguen escuchándose después de treinta años y siguen gustando como el primer día? - Pues ahí te doy la razón, Julita... contestó con la humidad de los grandes. Desde entonces no sacamos el tema ni una vez más; él siguió sin gustar de escucharlos, pero aceptó los gustos de su hija sin reparo. Eso sí que es Amor... El que necesitamos sin más todos y cada uno de nosotros.
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¿Sóis Beatlemaniaclos?