¿Almacenamos los recuerdos según su utilidad futura?

Por Adolfovich

Cuando recordamos alguna experiencia del pasado realizamos una actividad cerebral (en concreto, interviene el hipocampo), pero ¿qué ocurre cuando imaginamos algo que puede ocurrir en el futuro? ¿qué estructura está implicada?

Pues para nuestro asombro, la misma.

Probemos con un sencillo experimento, se le pide a alguien que recuerde una experiencia vivida en el pasado y que esté relacionada con un armario y que luego intente imaginar una experiencia que tenga que ver con un armario y que vaya a ocurrir en los próximos días.

Podemos comprobar en ese ejercicio cómo se activan muchas regiones cerebrales parecidas en ambos casos, las imágenes que obtengamos de la actividad cerebral serán similares en ambos casos.

Como hemos dicho, el hipocampo tiene un papel estrella al unificar los elementos de información almacenados en otros lugares del cerebro que forman la memoria, pero también se activa al imaginar el futuro, algo que está próximo a ocurrir.

El principal problema derivado de este descubrimiento es que podemos confundir a menudo lo que ha ocurrido verdaderamente y lo que imaginamos que pudo ocurrir.

Este tema cobra especial relevancia en el ámbito de los tribunales de justicia en el caso de testigos y en sus testimonios ya que éstos pueden estar contaminados y al juez o al jurado corresponde filtrar lo que ocurrió realmente de lo que el testigo ha podido imaginar o inventar.

Ahora ya tenemos claro que tanto para recordar como para imaginar el futuro se activan las mismas estructuras cerebrales y se realiza la misma actividad, pero también tenemos que tener claro que no comparten el mismo objetivo, ya que es distinto recordar que imaginar.

Recordar es una función adaptativa que nos evita cometer errores de forma reincidente al recordar alguna experiencia negativa. Imaginar lo que podría pasar si cometemos el mismo error nos previene para evitar realizar una acción arriesgada.