Llego a la playa y cojo un ejemplar viejo del semanario de El País. ¿Qué me encuentro? La pequeña Almudena ocupa el espacio del gran Marías en la penúltima página. Increíble. Agosto es el vacío intelectual, el colmo del no-pensamiento. Quizás por eso Marías nos ha abandonado en la más negra desesperación. De hecho, la portada, tan pobre que parece una fotocopia, presenta a tres sujetos en calzoncillos, tres baloncestistas norteamericanos que parecen tres chulos de un barrio del sur de Los Angeles, recién salidos de prisión o todavía solazándose en el patio de la cárcel. Los tres encierran menos circunvoluciones cerebrales en sus pequeños cráneos que los modelos de la revistucha, trufada de anuncios y posados.
Aun así, nada es tan grave como las vacaciones del insigne pensador Marías y su reemplazo por la gordita insustancial. Veamos. Una foto de Dashiell Hammett y otra de Corín Tellado en la página 21 deberían haber exorcizado tanto a Marías como a Grandes, que representan exactamente lo contrario de cualquiera de esos dos. El artículo sobre la literatura pulp que trae esas fotos es algo que tendría que impresionar tanto a ese par como un collar de ajos a un vampiro: dos narradores de pata negra, de raza, zaínos y bragados, cada uno en su especie. Aun así, la mayor rumiante de nuestras letras no se arredra y nos endilga un artículo sobre una pareja del Imserso que baila el pasodoble, un tema que, en su día, hubiera sin duda seducido por igual a Dostoievski, a Faulkner y al mismísimo Hammett. Y a Rosa Regás, que en estos momentos se revuelve de envidia y se pregunta cómo no habrá caído ella en semejante tema para una novela del género chachas y porteras, su favorito. La misma Almu está, seguro, frotándose las manos pensando en una nueva trilogía imsersiana o imsersista: justo lo que necesita España, tan ayuna de alta cultura. Y mejor aun si los jubilados fueron en su día una cocinera republicana y un brigadista internacional o un maquis, que ahora bailan el chotis en un ladrillo de una residencia de ancianos. Por lo demás, aunque se dirá que Corín no andaba tan lejos de los pinitos de Almudena, la Tellado era capaz de escribir una novela correcta de una sentada y de hecho tecleó bastantes miles de ellas, todas mucho mejor escritas y más relevantes a su modo que las pequeñeces de la Grande.
Pero reparemos en el fondo del asunto, verdaderamente digno de Barthes o de Baudrillard: Marías, el pensaor, desplazado por una chismosa de barriada; Marías, la luz de nuestro atardecer intelectual, suplantado por una mayorista de fruta. Un simulacro baudrilleriano, digno de la sociedad del espectá-culo. Pensando detectivescamente, intuimos que los del semanario se aprovechan de que nuestro mejor filósofo y moralista (con permiso del preclaro Savater), nuestro Catón de PRISA, está solazándose en los festejos de agosto de Soria y tratan de deshacerse de él por unos días sin que nos demos cuenta, y sobre todo sin que se percaten los lectores adictos a sus sermones, esos que luego escriben cartas al director felicitándose con cada ventosidad mariasna. Un amigo me transmite sus temores: ¿Tendrá Marías almorranas y no podrá ya mecanografiar durante cientos de horas esas cuantas líneas de filípica dominical que un periodista o un escritor de los de verdad -Vázquez Montalbán, por ejemplo- hubieran podido dictar por teléfono en veintidós segundos? ¿Doña Almorranas es más resistente que él a las idem y puede escribir en agosto, con cuarenta y tantos grados, sus crónicas murcianas?
Sospecho a mi vez, dashiellhammettianamente, que doña Tomates Grandes de a Kilo se ha mudado de sección -cambiando su pisito de la “Escalera interior” a la escalera exterior de don Marías- para estar más cerca de las suculentas recetas del final del revistajo. O más precisamente, para ronronear satisfecha entre esas fotos de chocolates, huevos escalfados, corona de brevas y melón, salsas y postres… y la foto del tío cachas, el surfista de Carolina Herrera de la contraportada, con su culo frutal, rotundo, orondo y redondo, almudenesco y grandesco. Porque la alternancia de temas sociales y vaciedades es más patente que nunca en este número de EPS: el dignísimo Pere Casaldáliga y los quesos y los vinos de autor, Millás -siempre acertado en sus pies de foto antipeperos- y Samsung, los deportistas sudados y la hija de la Kinski, etc., aunque menudean ahora los anuncios de comida y han desaparecido los de corbatas y ropa pija. Desde luego, la Kinski resume nuestra época mucho mejor que los articulistas ineptos de PRISA, que no ven ni el agujero del WC: “Antes pintaba, escribía y tenía sueños, pero al comenzar en la moda perdí mi camino. Empecé a beber y salir todas las noches”. Ojalá nuestros ilustres multipremiados Almu y Mari, entre otros, se dieran a la bebida y a trasnochar…
Y me pregunto, por último, si será Marías un filósofo demasiado pijo que tenga que ceder su sitio en el superficialísimo País de las Tentaciones a la verdulera Grandes y a la sección de culos y tetas; o si el simulacro ha concluido y sólo quedan las realidades atomatadas y apatatadas, la mera materialidad del músculo, del culo almudenero, del tomate o tumako en rama. Tiemblo de pensarlo y supongo que los mariófilos, o mariólogos, también, con toda su pedantería: ¿se acerca el día en que El País va a encargar sus columnas de relleno a los pivots de la NBA o al modelo guaperas de Carolina Herrera, porque intuyen que tienen más o menos lo mismo que decir que don Mar(pedanter)ías, o que da igual lo que escriban ante un lectorado más perdido que el barco del arroz?
Pedro Gómez de Engañola