Hoy, Joaquín Torres, director de A-cero, recomienda el resort de la cadena Aman, Amandari, en Indonesia. Amandari, cuyo nombre significa “espíritus pacíficos”, está situado en el pueblo de Kedewatan, en uno de los márgenes de la capital cultural de Bali, Ubud. Se encuentra sólo a aproximadamente una hora del aeropuerto internacional de Denpasar y a 10 minutos escasos de Ubud, la comunidad cultural y artística del Bali Central. Imbuido por las ricas tradiciones y creencias que lo rodean, Amandari refleja la cultura artística, musical y de danza del pueblo que la alberga.
Diseñada como una villa balinesa, y situada en lo alto de un acantilado sobre la garganta del sinuoso río Ayung, apuesta por los caminos empedrados y las estancias con techos de paja como señas de identidad y mímesis con el entorno. Todas las suites mantienen estas directrices en su diseño y cada una posee, además, su propio jardín. Se dice que el sendero que atraviesa el resort y baja por el valle hasta el río de más abajo es tierra sagrada.
Durante cientos de años, siempre cada seis meses, los balineses del pueblo de Kedewatan han tomado este camino a través de los territorios que ahora ocupa Amandari hasta llegar a un estanque de agua sagrada. Justo encima de este, podemos encontrar tres modestos santuarios y, a modo de curiosidad, la figura de un tigre excavado en la piedra del siglo VII. Amandari supone, pues, un enclave único desde el que experimentar la riqueza cultural del centro artístico de Bali así como sus regiones montañosas del norte.