Está mal visto amar al dinero, tal vez porque se confunde amar con poseer, siendo en realidad términos con significados muy distintos. Si amas al agua disfrutas con su libertad, si la quieres poseer termina estancándose y oliendo mal. El dinero, entendido desde el corazón, es un maravilloso testigo de nuestro espíritu creador. Su auténtica función es de servir de intercambiador de creaciones. Yo puedo acceder a la obra de otra persona, a la que ni siquiera conozco, gracias a él. Pero no sólo eso, las monedas, los billetes… pueden ser depositarios de un mensaje de amor… puesto por nosotros en el momento de entregarlos…¿por qué no hacer del pago un acto poético de respeto a la persona que lo recibe?...¿por qué no aprovechar el ir y venir del dinero como un correo mágico donde depositar nuestro amor a la humanidad?. Y aún más atrevido…. ¿por qué no empezamos a sentir con pureza al dinero? La auténtica pureza no tiene contrario, porque consiste en mirar desde el corazón, que vive más allá de cualquier dualidad. En nuestra sociedad hay dos cosas que claramente se han apartado de esta forma de mirar: el sexo y el dinero. Ambas tienen mucho en común, son mensajeras de nuestro poder creador. Asusta tanto este poder que durante milenios se ha intentado controlar a las personas, precisamente a través del sexo y del dinero. Ha llegado el momento de vivir ambos desde el corazón, es decir sentirlos en su auténtica esencia, y permitir que sean vehículos de nuestra pureza, de nuestro mirar desde el corazón. La llamada banca ética puede ser un buen ejemplo de cómo el dinero se puede convertir en transmisor de amor. Os invito a desplegar lo expuesto aquí con ideas propias. A llevarlo a la acción desde la creatividad de cada uno, sorprendiéndonos los unos a los otros. El próximo billete o moneda que toque vuestras manos sentidlo desde el corazón y llenadlo de amor, poned intenciones en él, mensajes para las personas a las que va a visitar, honrad a todos los creadores que han liberado o van a poder liberar a sus creaciones gracias a su existencia. Purificar el dinero es fácil, tan solo hay que amarlo.