El pulso de la desmesura es un acto de rebeldía ante la vida y ante uno mismo, que deviene en una oda del desencanto teñido de una prosa poética intensa, a veces perversa, sin por ello dejar de ser elegante, pues su autora, en un acto —sin duda— de provocación, nos propone un estilo formal arriesgado, no porque sea dificultoso de leer, sino por lo poco corriente, al desfragmentar la voz de su protagonista en frases cortas abortadas por infinitos puntos y aparte, lo que nos demuestra un perfecto manejo del estilo, pues esta novela, aparte del sesgo claramente provocador que, en ocasiones, busca el malestar del lector —bendita técnica de escritura—, es sobre todo, un profundo ejercicio del pulso narrativo —muy del estilo de la novela norteamericana— que se agradece tanto más cuando deviene en una especie de éxtasis sonoro que nos invita a continuar hasta llegar al desenlace existencial de la protagonista: Lola B.; una heroína de su tiempo que, por más que intenta limar sus aristas, no para de herirse con ellas una y otra vez. El dolor, la pérdida, la maternidad, el amor, la búsqueda de la propia identidad…, todos ellos temas muy presentes en muchas de las narraciones de las escritoras de nuestro tiempo, tienen aquí el tratamiento de un pulso diferente, pues son el eco profundo —y en ocasiones desgarrador— de un coloso contra el mundo y contra sí mismo; un eco que deviene en el pulso de la desmesura que desemboca en la encrucijada de los deseos.
Ángel Silvelo Gabriel.