Alrededor del 50% de las adolescentes sufren espasmos menstruales y para el 15% el dolor puede llegar a ser tan severo que puede interferir con las actividades normales. Como la edad promedio de la menarca hoy en día es de 10 años, una adolescente con períodos difíciles puede llegar a tener un mínimo de 240 días de dolor antes de dejar su adolescencia.
Mientras la endometriosis o algún otro problema ginecológico pueden ser posibles, la mayoría de los espasmos menstruales en la adolescencia no son indicadores de un problema serio. La culpa suele ser por un incremento en la producción de prostaglandinas, una sustancia de tipo hormona que puede causar intensas contracciones uterinas. Algunas adolescentes también pueden experimentar diarrea, nauseas y vómitos.
Mientras que acurrucarse en la cama, acostadas en posición fetal y desear una futura histerectomía es una estrategia, existen otras soluciones. La bolsa de agua caliente es, en realidad, una buena idea. Un estudio ha confirmado que la aplicación continuada de calor en la zona baja del abdomen combinada con ibuprofeno reducen dramáticamente, o incluso eliminan, los dolores menstruales. El uso de antiinflamatorios no esteroides reducen la producción de prostaglandinas y disminuyen los espasmos y el sangrado. La clave es tomarlos un día antes de que comience la menstruación, lo que puede significar un problema para aquellas que no tengan ciclos regulares.
Se puede usar también como tratamiento, terapia con pastillas anticonceptivas (aunque no sea necesaria la anticoncepción) tanto como para suprimir momentáneamente la menstruación como para regular los ciclos menstruales.