Grant Wood, American Gothic, 1930. Óleo sobre cartón
Wood no hubiera imaginado que le podría suceder tal cosa a su imágen; ¿Quién hubiera sido capaz? Lo que había pretendido crear era una versión de los ferrotipos de su álbum fotográfico; un icono de los antepasados de Iowa. Hizo que su hermana Nan posara como la mujer, y reclutó a un tal B. H. McKeeby, y un dentista de Cedar Rapids, como modelo del hombre. Los visitió a ambos con ropa de época, de la década de 1890: ella lleva un delantal soble un vestido negro con collar blanco y un broche con camafeo en el cuello- la cabeza que aparece en el broche, de una diosa, contrasta agudamente con la mirada preocupada e inexpresiva de Nan; élviste una camisa sin cuello, abotonada, un mono y una chaqueta negra, y sostiene una horca. Es el padre que defiende la virtud de su no muy agraciada hija frente a cuantos se le acerquen. La horca, herramienta arquetípica de Satán con la que empujaba a las almas al fuego eterno, se convierte aquí en un arma contra el mismo Satán. Se establece una rima entre la horca y los parteluces de la ventana gótica del carpintero, lo que convierte la casa en la sede de la iglesia de la virtud. También es un eco de las costuras del pecho de su mono, que ya no son resplandecientes, ni amenazantes o fálicas sino que se han desgastado y suavizado con el tiempo.
Ningún pintor americano había pintado una imágen con una composción tan deliberada, aunque este hecho no supone un juicio sobre los valores estéticos de American Gothic. Hoy día, uno se inclina a contemplarla, como la mayor parte del resto de la obra de Wood, como un ejercicio de un afeminado furtivo, la expresión de un asensibilidad homosexual tan cautelosa que apeenas si puede manifestarse para burlarse abiertamente de sus temas. ¿Estaba Wood a un paso de reirse de los ciudadanos de Iowa y de sus valores fetichistas de sobriedad, vigilancia moral, patriarcado y todo lo demás?¿O acaso estaba, como han pensado millones de americanos desde que la pintura gano un premio en Chicago en 1930 y se vio catapultada a la fama nacional, elogiando de hecho estas virtudes? La respuesta, en cierto sentido, se encuentra en ambas: el publico masivo se sintió intrigado por la imágen porque no podía decidirse por una u otra, del mismo modo que tampoco podía hacerlo Grant Wood.
Extracto de Visiones de América, de Roberth Hughes