El verdadero amigo es aquel que te dice la verdad porque la verdad nos hace libres y ¿hay mayor ofrenda de amistad que la libertad. ¿No es la libertad el mayor regalo que ha dado Dios al ser humano?
Por eso el mejor amigo no es aquel que está dispuesto siempre a ofrecer sus hombros para que llores sobre ellos, sino el que te ayuda a ser feliz e independiente.
Por eso muchas veces la verdadera amistad tendrá que resultar incómoda porque será un incentivo constante para cambiar, para esforzarse, para dejar la queja estéril y empezar a actuar.
El amigo no es como una medicina que te da una solución inmediata para calmar un dolor pero no te cura. Más bien es el que está dispuesto a llegar al fondo de la enfermedad para que te cures de verdad.
El amigo no es aquel que llora contigo sino el que te ayuda a reír.
El amigo te ayuda a que seas más objetivo y que salgas de la trampa en la que te has metido con tus pensamientos y sentimientos negativos.
Quién encuentra un amigo así encuentra un tesoro. Pero tal vez no lo quieras. Tal vez prefieras alguien que solamente escuche tus quejas porque en realidad no quieres cambiar.
Pero si lo quieres, ya lo tienes, tú mismo. Y si eres amigo de ti mismo, podrás serlo de los demás.