Amores del pasado ¿muertos y enterrados?

Por Cristina Lago @CrisMalago

Han transcurrido años, no habéis sabido el uno del otro y de repente...aparece en tu vida de nuevo. El azar ya ha dejado de ser azar y es posible favorecer un reencuentro con un antiguo amor gracias a las tecnologías sociales. ¿Qué hacer cuando el pasado se convierte de nuevo en presente?

El eterno retorno es un concepto filosófico que habla de los acontecimientos como un ciclo en el que se repiten de nuevo, aunque sea en otro contexto y circunstancias. Si has convertido a aquel romance antiguo en una cuenta pendiente de por vida, es muy posible que te vuelvas a encontrar en una tesitura o situación en la que tengas el dilema de enfrentarte a aquello que no asumiste o superaste con anterioridad.  

Pero a veces ocurre que ese mismo fantasma -a quien creías enterrado en la larga tumba del olvido- es el que se materializa en primera persona para mostrarte esta lección.

Cuando anestesiamos, pero no curamos, la vida se comporta como un maestro con retranca que da un papirotazo a un alumno dormido para que espabile y termine con la tarea.

Empecemos por el principio ¿por qué vuelve un amor del pasado?

Las razones pueden ser diversas, pero la ecuación soledad + nostalgia + internet a día de hoy parece ser la fórmula ganadora en lo que respecta a los regresos inesperados. La cantante Chavela Vargas decía que uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. Cuando una persona te busca a través de mucho tiempo, no te busca tanto a ti, como a las sensaciones que asocia contigo. Deseo, esperanza, juventud, felicidad, tiempos pasados que fueron más o menos mejores…

Todos tenemos un punto de inflexión en el que hacemos recuento de las circunstancias y elecciones de nuestra existencia y en la que salen los debe y los haber de nuestra trayectoria sentimental. Esto suele ocurrir en tiempos de crisis, de replanteamientos vitales, de pasos de etapa y es frecuente que salgan a flote recuerdos idealizados de vivencias con antiguos amores que recordamos mucho mejores que lo que eran (o peores: la idealización en negativo también existe).

A veces un amor de antaño regresa y el revival queda en un café cargado de recuerdos en el que ambos constatan que ya no son los mismos y que donde hubo fuego, a veces no quedan cenizas. Y de ahí puede surgir una agradable amistad o bien una nueva -y definitiva- despedida.

Otras veces resurgen (o surgen) sentimientos y así conocemos algunos casos de parejas que hicieron sus vidas, maduraron, vivieron otras experiencias y años después se reencontraron e iniciaron una nueva relación.

El problema surge cuando la aparición de este fantasma no es un saludo puntual, ni la promesa de una nueva y bonita historia, sino un acontecimiento desestabilizador que te hace replantearte tu vida y si la tienes, tu relación actual de pareja.

Cuando alguien vuelve de un pasado lejano y pone en jaque todo tu presente, puede ser por dos causas:

- No estás viviendo el presente que te gustaría y cualquier elemento externo basta por hacer tambalear todo aquello que has creído construir sobre la roca segura del conformismo.

- No aprendiste una lección en aquella etapa o no supiste cerrar ese ciclo adecuadamente: quedaron temas por resolver en ti.

Una cosa es clara: puede que el encuentro haya ocurrido por casualidad, pero lo que está pasándote por dentro posee una muy buena razón para estar allí y no tiene nada que ver con almas gemelas cósmicas que se reúnen a través de la distancia y el tiempo, sino con tus propios anhelos, frustraciones, culpas o deseos.

En todo caso, cuando un amor que regresa  nos hace aterrizar de golpe en esa tierra de nadie que habita entre la zona de confort y la aventura de vivir, nuestra mejor herramienta es la inteligencia emocional. Es decir: todo lo inesperado es una oportunidad.

Antes de tirarnos en brazos del destino alegremente, aprovechemos como siempre para observar lo que está pasando en nosotros y no nos juzguemos: escuchemos lo que se mueve ahí dentro y templemos la pasión con un poco de razón.

Una persona que no hemos visto en años, que no sabemos quién es hoy, ni qué ha vivido, ni en qué ha cambiado, es alguien que, por muy buen recuerdo que le tengamos, no podemos amar, porque el amor se sustenta en el contacto, en el conocimiento, en la empatía, en la intimidad…y no únicamente en un recuerdo.

Y si no es amor ¿qué es?

Si estás en esta situación, intenta analizar qué necesitas realmente de alguien sin el que has podido vivir perfectamente durante un montón de años. ¿Un perdón? ¿un cierre? ¿una explicación? ¿un cambio? ¿una pista?

Sea lo que sea, un fantasma del pasado nunca aparece por casualidad. Lleva consigo una enseñanza. A veces, es una señal que empieza la temporada del cambio. Antes de abrirte al mensajero, intenta abrir el mensaje.

  La cosa que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no esperamos (Chesterton)