La amoxicilina fue aprobada por primera vez en 1987. Como todas las penicilinas puede provocar reacciones alérgicas severas o efectos secundarios como fiebre, náuseas, vómitos o diarrea.
Y es gracias a la amoxicilina que me siento mucho mejor tras una ondodoncia dental que se complicó sobremanera por una infección molar mal curada. Una semana de dolor, de hinchazón, de no dormir y de empastillarme sin resultados, hasta que mi dentista me cambió de antibiótico y me recetó 1 gramo de amoxicilina cada 8 horas.
Sé que los antibióticos son como bombas atómicas.
Sé que arrasan con todo a su paso, tanto con las bacterias malvadas invasoras, como con mis bravos leucocitos defensores.
Sé que el cuerpo tiende a aclimatarse y a acostumbrarse a los antibióticos y luego no actúan como deberían actuar. Pero hoy, sin duda alguna, he de decir: gracias santa amoxicilina, de mi alma y de mi corazón.
Tras tomarla por vía oral desde hace poco más de 36 horas, el cambio a mejor ha sido increíble. Ya casi no hay dolor. La hinchazón es mínima. Duermo mis seis horas habituales, sin darme cuenta.