Vayamos con el elenco.
En el concierto participaron dos cantantes netamente líricos, tres actrices-cantantes, una cantaora, y dos bailaores, con irregulares resultados, y muy descompensados en lo musical.Chelo Vivares, en su línea habitual ofreció solidez actoral, y una correcta interpretación musical, si bien es cierto alejada de los parámetros líricos, correcta dentro de los números que le ha tocado en suerte. Distinto es el caso de Helena Amado y Candelaria de la Serena, también actrices-cantantes y como Vivares componentes de Tribueñe, insuficientes especialmente la segunda en la que su escuálido material vocal, y el poco gracejo frente al que se le debía suponer a una vedette fueron la tónica. De la Serena cantó el pasodoble de "24 horas mintiendo" de Alonso y el famosísimo chotis de "La Lola" de la revista también de Alonso "Las cariñosas". Este repertorio si bien es cierto no se escribió para cantantes líricas, si para mujeres cargadas de intención en sus interpretaciones, y de rotunda presencia escénica. De la Serena, con voz cercana al musical, se queda corta en todos los ámbitos, y no acaba de "pasar la batería" en ninguna de sus intervenciones. Helena Amado, de mimbres más líricos que su compañera, también con un material endeble y con exceso de vibrato, así como una interpretación en exceso anodina del bello fado de "El pájaro azul"de Rafael Millán que pasó completamente desapercibida. Más afortunada se encontró la cantaora Rocío Díaz, que si bien es cierto aportó una lectura personalísima a todas sus intervenciones, demostró unas facultades estupendas y un instrumento bien dominado, resultando especialmente convincente en el cuadro de La verbena de La Paloma, que cantó (gracias a Dios) sin micro, y sin problemas en la emisión. El barítono Sebastiá Peris demostró ser el cantante con mejores facultades, y uno de los que tampoco hubiese necesitado micrófono en sus intervenciones. Peris, al que ya he escuchado más veces en otros teatros, cantó con impecable gusto, siendo el fraseo uno de sus fuertes, así como la expresividad, dentro de un canto noble, y una voz bella y bien timbrada, que demostró su valía en el dúo-habanera de "La del manojo de rosas" y en el celebérrimo "Luché la fe por el triunfo" de "Luisa Fernanda" de Torroba. Lástima que el dichoso micrófono no nos permitiera disfrutar de su interpretación en toda su extensión, ya que el sonido metálico y descompensado, fueron la tónica de la noche. La soprano Lorena Valero, sirvió una velada muy irregular, tanto en repertorio, como vocalmente, ya que por su voz pasaron todos los colores del arcoiris, y no para bien precisamente. Valero ofreció un vacilante, en cuanto afinación y escaso en cuanto a volumen, "Sierras de Granada" de "La Tempranica", pasando por la petenera de "La Marchenera", el dúo de "La Revoltosa" y finalizando con los dos dúos de "La del manojo de rosas" de Sorozábal. Semejante batiburrillo musical, acabó por descabalgar completamente la voz de nuestra soprano, que en el dúo-pasodoble de "El manojo" ya se había perdido completamente en cuanto a color y colocación. La dicción resultó deficiente, la zona grave-media abierta y destemplada, y el agudo estridente y abrupto en el ataque, especialmente en la petenera que fue abordada con grandes dificultades por nuestra cantante. Tristemente, la microfonación no disimula los problemas de Valero, sino que los eleva a la enésima potencia, siendo otro problema añadido a los más arriba narrados, y que acaba por descalabrar su trabajo de forma realmente inclemente. Es necesaria una mención especial a los bailaores Raquel Valencia y Miguel Tellez, muy acertados en sus intervenciones, bien pensadas dentro del espectáculo y bien servidas por parte de los artistas. El Coro de RTVE dirigido por Juan Pablo de Juan, de menos a más, y luchando contra los elementos de forma admirable, ya que los volúmenes de la orquesta empañaron notablemente su trabajo, especialmente en el "Coro de románticos" de Doña Francisquita, completamente eclipsado por la música, y llevado por Soler de forma completamente opuesta a lo que Vives plantea en su partitura. Estuvieron especialmente acertados en "La verbena de La Paloma" y en "La bien amada", correctos en cuanto a volumen y empaste, especialmente en los hombres.