Las cien obras que se presentan provienen del Museo Húngaro de la Fotografía, dirigido por Peter Baki, comisario de la muestra. Todas las fotografías son vintage y ofrecen una visión completa de la carrera de André, uno de los fotógrafos más originales del siglo XX a través de un recorrido cronológico por los tres escenarios más importantes de su vida: Hungría, Francia y Estados Unidos.
Un autodidacta estilo propio denominado "la fotografía fotográfica" en el que plasmó una visión lírica, subjetiva y, por encima de todo, humanista que marcó su obra desde los inicios. La importancia de André fue tan relevante que el propio Henri Cartier-Bresson dijo de él “inventemos lo que inventemos, Kertész siempre fue primero” y según Brassai, André Kertész contaba con “dos cualidades esenciales para un buen fotógrafo: una curiosidad insaciable por el mundo, por la gente y por la vida, y un sentido preciso de la forma”.