Las señoritas encargadas de la limpieza se detuvieron un instante, antes de ingresar a trabajar, para leer completamente la noticia. Era no menos que increíble. Lo que se apreciaba en las películas de suspenso, de asesinos que recorrían los pasillos del hospital, muy avanzada la noche, en busca de la habitación de su víctima, solitaria y durmiendo, lo mismo que enfermeras y vigilantes. Nadie que lo detenga.
- Amiga, cuando podamos nos vamos un ratito a sala de operaciones. A ver qué novedades hay- dijo una de las mujeres de la limpieza, al momento que cogía su desgastado escobillón y se dirigía a las dependencias que, según un rol publicado, le correspondían asear esa mañana.