DE PELÍCULA Llegamos ligeras como el viento en el AVE que nos dejó muy cerca del emblemático Recinto Ferial de Albacete. Sin embargo, cruzamos la línea roja que divide la realidad de la ficción en un potente Ford Mustang de color rojo. Empezamos pisando fuerte, porque no queríamos llegar tarde a nuestro destino, pero algo salió mal en nuestro viaje iniciático por tierras manchegas y salimos despedidas de nuestra road movie como dos sirenas a las que se les ha sacado precipitadamente del agua. El coche en el que nos habíamos subido se paró en mitad de la Feria y salimos de él secas como la mojama. Maldije nuestra mala suerte y miré a mi compañera de viaje que, hasta ese momento, creí que era Louise. Me miré a mí misma, pero tampoco encontré ningún rastro de Thelma. ¿Dónde estamos?, me preguntó. En la Feria de Albacete, pero creo que nos hemos equivocado de película, le respondí. Y entonces, como dos idiotas, nos bajamos del tiovivo al que nos habíamos subido y seguimos probando en otra de las atracciones de la Feria. Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Ángel silvelo en en el i certamen de microrrelatos "sucedió en la feria" de albacete
Por Asilgab @asilgabDE PELÍCULA Llegamos ligeras como el viento en el AVE que nos dejó muy cerca del emblemático Recinto Ferial de Albacete. Sin embargo, cruzamos la línea roja que divide la realidad de la ficción en un potente Ford Mustang de color rojo. Empezamos pisando fuerte, porque no queríamos llegar tarde a nuestro destino, pero algo salió mal en nuestro viaje iniciático por tierras manchegas y salimos despedidas de nuestra road movie como dos sirenas a las que se les ha sacado precipitadamente del agua. El coche en el que nos habíamos subido se paró en mitad de la Feria y salimos de él secas como la mojama. Maldije nuestra mala suerte y miré a mi compañera de viaje que, hasta ese momento, creí que era Louise. Me miré a mí misma, pero tampoco encontré ningún rastro de Thelma. ¿Dónde estamos?, me preguntó. En la Feria de Albacete, pero creo que nos hemos equivocado de película, le respondí. Y entonces, como dos idiotas, nos bajamos del tiovivo al que nos habíamos subido y seguimos probando en otra de las atracciones de la Feria. Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel