La angustia, señal que no engaña.
JACQUES LACAN
Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra,
libertad que se inventa y me inventa cada día.
OCTAVIO PAZ
Pienso -angustiado- todas las mañanas que la libertad no existe y que -con alegría- me la tengo que ganar, ejerciéndola.
Este pensamiento es una buena compañía para despertar al vértigo de toda posibilidad.
Porque la angustia no es una emoción ni un sentimiento, ni se refiere a nada determinado, sino a la pura posibilidad de poder.
Es un afecto, el afecto por excelencia, algo que me afecta y en lo que me veo implicado, inmerso, y a medio paso del vértigo de la libertad.
Si fuésemos ángeles o animales, nunca seríamos presa de la angustia.
Y no ha habido tan gran inquisidor que haya tenido preparados espantosos tormentos, como la angustia.
Ni ha habido espía que haya sabido comprender al sospechoso con tanta astucia, justamente en el momento en que es más débil, o que haya sabido extender la red en que aquél acaba por caer, como la angustia.
Ni juez tan sagaz que acierte a interrogar al acusado, como la angustia, que no le deje escapar jamás, ni en la ociosidad, ni en el trabajo, ni de día, ni de noche.
Si has sido educado por la angustia, has sido educado por la posibilidad, con arreglo a tu infinitud en un cuerpo finito.
Aprender a angustiarse es una aventura que todos debemos correr y el que no, sucumbe, por no sentir angustia nunca o por anegarse en ella.
La angustia es siempre un conato de libertad, de creación, es la posibilidad antes de toda posibilidad.
EMILIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Psicoanalista