El nuevo año es un cambio de ciclo que impacta a muchas personas de diversas maneras que modifican sus pensamientos, sentimientos, emociones y perspectivas de presente y futuro.
Para muchos es un “cierre”, una terminación de procesos personales, laborales o relacionales que representa nuevas posibilidades. Para otros es un “inicio”, algo nuevo que impulsa a adquirir hábitos, conductas y/o actitudes diferentes.
El año nuevo pues, representa para todos un cambio, desde lo básico de la fecha, hasta esa posibilidad de realizar modificaciones de algún aspecto de la vida o de la persona misma.
El cambio implica un proceso emocional.
Como en todo proceso de cambio, aceptar es fundamental para manejar las modificaciones que dicha transición impliquen. Realizar un balance de lo logrado hasta ese momento y visualizar las posibilidades que presenta el futuro es una buena forma de aceptación.
Para algunos el balance puede no ser positivo y, la mayoría, verá al año nuevo como la oportunidad de que las cosas mejoren. Son aquellos con balance negativo y una visión pesimista del futuro, los que pueden experimentar síntomas de depresión.
La visión optimista del futuro es fundamental para enfrentar un cambio de ciclo. Por ello, es natural que se planteen propósitos de vida para lo que se avecina. Algunos con elementos realistas para su consecución y otros con más optimismo que capacidad para lograrlos. Al final todos abonan a enfrentar el año nuevo de una manera positiva.
Las habilidades clave de la Inteligencia Emocional como el Auto-conocimiento (Auto conciencia), el Auto-control (Auto regulación) y la Auto-motivación (Motivación) son fundamentales para tomar las decisiones que, ante un balance negativo del pasado, junto a una perspectiva poco alentadora del futuro; serán las que nos permitirán encontrar, seguramente, las oportunidades para enfrentar mejor el nuevo año.