«Tú que embalsamas, suave, la medianoche tranquila,que cierras con tus dedos benignos, cuidadosos,
nuestros ojos complacidos con la tiniebla, refugiados
de la luz, a la sombra de un divino olvido;
¡oh, suave sueño!, si así te apetece, cierra
en medio de tu himno mis dóciles ojos,
o espera al “Amén”, antes de que tu adormidera
extienda su arrullo junto a mi lecho.
Y entonces sálvame, o el día que pasa brillará
en mi almohada, provocándome angustia.
Sálvame de la conciencia, siempre inquieta, que gobierna
su fuerza penetrando como un topo en lo oscuro.
Gira, hábil, la llave en el cierre engrasado
y sella bien la urna callada de mi alma».
(Poema Al sueño de John Keats).
Ángel Silvelo Gabriel