De manera que cuando te pones a ver Ex_machina (2014) del debutante en la dirección Alex Garland --guionista con experiencia y autor de la novela La playa, adaptada por Danny Boyle en 2000-- y compruebas que se cumplen los dos primeros requisitos (aislamiento ultratecnológico, reparto mínimo marcado por interpretaciones distantes), sabes que el tercero caerá también, y que el guión creerá que te descoloca con una vuelta de tuerca en el último cuarto. No estoy cometiendo spoiler; lo que pasa es que hay tan pocos personajes y elementos en la historia que las combinaciones probables con ciertamente pocas. Un alto porcentaje de espectadores --con un mínimo de experiencia e interés en el género-- lo adivinarán; del resto no sabría qué decir.
Nominada para el guión original, la película ganó el Oscar a los efectos especiales gracias a la espectacular recreación humaniode de Vikander (en este sentido la Academia estoy seguro de que no premió la espectacularidad ni la variedad, sino la sobriedad y la creatividad con todo merecimiento), lo cual le ha proporcionado una cierta notoriedad. Pero lo cierto es que estamos ante una película hecha con espíritu independiente y experimental, con los atrevimientos y los errores propios de este tipo de cine no directamente comercial.
Y entonces, ¿en qué reside el auténtico atractivo de Ex_machina? Para mí --como hombre, heterosexual y maduro que soy-- en la perturbadora presencia de Alicia Vikander; a los demás, seguro que hay infinidad de elementos de la historia, o de la caracterización de los protagonistas, que les parecen originales o definitivos, no sé. De lo que estoy convencido es de que no estará en el guión y en sus giros, porque apenas hay material que manejar y no hay más remedio que darle una y mil vueltas a cada elemento.
El problema de Ex_machina es que el tema de la complejidad de la máquina cuya inteligencia se quiere medir o valorar, por mucha filosofía que se le eche encima --descontados los efectos, que en eso acumula todos los méritos-- no es capaz de desmarcarse del molde al que nos tiene acostumbrados este subgénero (inexplicablemente rígido, por otro lado). Los aficionados a estas películas que la vean y juzguen el alcance real de mi crítica, los que quieran disfrutar con los efectos, sus toques de filosofía de tocador tecnológico y la presencia de Vikander, que la consuman sin complejos. Y a los que nos les interese el tema, que la dejen pasar.