Antonio de Felipe. Graffiti Pop

Por Alejandra De Argos @ArgosDe

Durante cuatro años, Antonio de Felipe se ha dedicado a reinterpretar la realidad y otras obras de arte clásicas y modernas a golpe de pincel y espray. El resultado, Graffiti Pop, ha podido disfrutarse en abril en la Casa de Vacas, ubicada en El Retiro madrileño, donde este artista urbano ya ha expuesto en ocasiones anteriores.

 

Lo que más llama la atención al entrar es la integración de su obra con el espacio, el uso de las propias paredes o del mobiliario como soporte de su arte. Y es que algunas de sus creaciones han nacido para la exposición y morirán con ella, incluso en algunas de las obras expuestas ha intervenido in situ, como si fuese su propio taller, según la incidencia de la luz o la perspectiva que deseaba conseguir. Él achaca a su carácter valenciano el hecho de crear para destruir, su gusto por el arte efímero. La sala en sí se ha convertido en arte, consiguiendo que el visitante se sumerja en un torbellino de color, y que niños y mayores hayan quedado fascinados. Tener un abanico de fans tan amplio no deja de causar sorpresa, sobre todo porque, como él dice: «Yo no pinto para gustar, porque los gustos son muy plurales. Simplemente creo que la gente se reconoce en las obras».

 

De Felipe reivindica el arte pop como algo más que un recurso decorativo superficial y, mediante la mezcla de street art y pop art , él deja su mensaje: cada obra tiene una historia detrás, un fondo que, en ningún caso, pretende que sea provocativo. El que, tras su paso por Miami, donde ha ganado a pulso su pseudónimo de graffitero, The Beast (La bestia), nos ofrece una obra que difiere de todo su trabajo anterior: una aventura pop multisensorial, de arte urbano, que protagoniza el graffiti.

Y, aunque pueda parecer algo egocéntrico, el personaje que se repite una y otra vez es él mismo: Antonio en un buzón, Antonio con alas de neón, Antonio como Lobezno que, en lugar de garras, se arma de pinceles, Antonio sentado en la viga que cuelga del rascacielos descansando con los demás obreros, Antonio en el Guernika... ¿acaso una muestra de su madurez y reafirmación de sí mismo?

 

En esta exposición llena de contrastes, Antonio de Felipe juega entre la innovación y sus referencias a maestros clásicos como Munch, Miguel Ángel, Manet y Basquiat, o iconos de la cultura urbana actual como Banksy. Nada entre el arte urbano y el hiperrealismo, todo ello instigado por su deseo de superación como artista. Una de las obras que más han llamado la atención del público es buena muestra de ello: el Retrato de la Familia Real, con el que ha intentado reflejar la modernidad de una institución catalogada como tradicional.

 

Otro de los trabajos más comentados ha sido El beso, que muestra dos jugadores de fútbol rivales entregados en un beso, inspirado en el mural de Banksy que refleja a dos policías en la misma actitud: según el autor, no pretende provocar, sino integrar y conciliar.

En la corriente de acercar el arte a todos, uno de sus afanes es realizar obras asequibles a todos los bolsillos, sobre todo para que los jóvenes puedan invertir en obras auténticas. «No me molesta que me consideren un artista comercial, en el buen sentido. Me gusta dar opciones a la gente para que puedan tener algo mío» alega ante la reacción que ha habido cuando se ha lanzado a la comercialización de sus diseños: camisetas, llaveros, carteles, vajillas, bolsos...

La exposición Graffiti Pop recoge 60 obras de este artista valenciano que, tras 25 años de trabajo, se arriesga a experimentar con nuevas técnicas y materiales: óleo, rotuladores, aerógrafo, pintura acrílica... Pero su madurez artística puede con todo y ha salido victorioso del desafío: desde luego, nadie diría, después de ver la exposición, que no es un genio con el espray.

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