Un comentario aparte, requiere, el último y más extenso de estos relatos, donde Tabucchi, de un modo nuevamente magistral, nos recrea los tres últimos días del poeta portugués Fernando Pessoa —algo que, por ejemplo, ya hiciera Raymond Carver con Chéjoven su famoso relato Tres rosas amarillas—, y nos lo narra desde que abandona, por última vez su casa, y después de que ordenara ir a buscar a sus barbero para que le afeitara y le dejara pulcramente visible de cara a los demás. En este relato dividido en tres partes, que abarcan respectivamente los días 28, 29 y 30 de noviembre de 1935 (fecha de la muerte de Pessoa), asistimos con delectación al cariño, acierto y profundo conocimiento que Tabucchi tenía sobre Pessoa, y en esa suerte de casualidades y paradojas, leemos maravillados las diferentes despedidas de los más importantes heterónimos del poeta portugués más universal, y así, por esa habitación del hospital de San Luis de los Franceses del Barrio Alto de Lisboa, se van dando cita el ingeniero Álvaro de Campos, su padre espiritual Alberto Caeiro, el epicúreo Ricardo Reis, su amigo Bernardo Soares —quien escribe el famoso Libro del desasosiego—, y el anciano venerable António Mora, justo hasta que el genial Pessoa pide sus gafas y exclama su última famosa frase: “no sé lo que traerá el mañana…”
Ángel Silvelo Gabriel.