El hallazgo se produjo cuando Pierre Le Guennec, un electricista que trabajó para Picasso, lamo al hijo del pintor para obtener certificar las obras.
Claude Picasso tuvo así la oportunidad de contemplar dos cuadernos completos con un centenar de dibujos, cien dibujos más en papeles separados, nueve collages cubistas, una acuarela del periodo azul, docenas de aguadas sobre papel y algunos estudios pintados sobre tela.
El valor de las 271 piezas se cifra en unos 60 millones de euros, y es lo que hizo sospechar a Claude Picasso de la veracidad de la historia que cuenta el electricista. "Es cierto que Pablo Picasso era bastante generoso”, declaro su hijo al diario Libération, pero el artista no acostumbraba a hacer regalos en bloque y, cuando lo hacía, siempre dejaba su firma y dedicatoria, porque “sabía que algunos las venderían para afrontar sus necesidades".
Claude Picasso interpuso denuncia ante la policía días después de su encuentro con el electricista.
El heredero de Picasso asegura que no lo hizo para defender sus intereses económicos, sino para evitar que las obras se dispersen, lo que dificultaría su estudio.
La brigada de Policía especializada en esta clase de asuntos, confisco la colección hasta que se aclare la legitimidad de su origen.
Evelyne Rees, abogada del jubilado, dice "Si eres un ladrón no te pondrías en la boca del lobo", explicó la letrada a la cadena de televisión CNN. Rees mantiene que su cliente trabajó para Pablo Picasso durante tres años, hasta que éste falleció, y luego siguió trabajando para su viuda hasta que ella murió también, trece años después. Le Guennec, que ahora tiene 71 años, "ha guardado con amor" las obras todos estos años, concluye su abogada.