¿Y cuál fue esa carta? Pues algo tan fácil y a la vez tan arriesgado como aprovechar los 4 metros de altura del techo para instalar un altillo acristalado que, no sólo ha conseguido que una vivienda de 68 m2 en planta haya pasado a ser un apartamento de 86 m2, sino que ha proporcionado a la casa su habitación principal y, ya de paso, le ha dado toda su personalidad porque, alrededor de esa barandilla de cristal y metal se mueve el resto del espacio.
En la planta baja, la cocina americana, situada bajo el altillo y abierta al salón, se ha proyectado en color blanco - como una continuación de las paredes - pero tanto los detalles - los tiradores o el frontal, por ejemplo -, como los electrodomésticos van en cromado, siguiendo con la pauta marcada por la barandilla. Lo mismo ocurre en la zona de comedor, que aunque escoge el negro como color de los muebles, éstos tienen también las patas en color metal. El negro es también el color de los sillones y los perfiles de la mesa de cristal de la zona de lectura-relax junto a la ventana. El sofá, por su parte, también con patas cromadas, es de color gris y los muebles bajos - uno metálico tipo archivador en color blanco bajo la escalera y otro de madera para la TV - también son blancos. Incluso las alfombras, cada una en su estilo - una piel de vaca en la zona de relax, una étnica en la de comedor y una de chevron junto al sofá - tienen la mezcla del blanco y el negro como punto en común. Sólo unos cojines en rosa y rayas apoyados en el suelo a modo de puf, y un mueble-vitrina en color amarillo en la pared del fondo, rompen la línea cromática marcada por el gris-metal, el blanco y el negro.
En el altillo se sigue la misma pauta. Si abajo es importante la presencia de la barandilla acristalada, aquí lo es todo: es el balcón al resto de la casa, pero también la (no) pared de la habitación. Por eso, todos los elementos incluidos intentan ser tan ligeros como la propia barandilla. A pesar de no ser blanca, la cama, en madera de tono natural, pasa casi desapercibida al unirse su color al del suelo - también en madera natural, como en el resto de la casa -, y la colcha y cojines en tonos grises parecen, casi casi flotar sobre ella. A un lado una mesita - sólo una - de nuevo de cristal y con perfiles metálicos en negro, al otro un espejo con marco blanco que casi se confunde con la pared. Unas baldas en metal negro y una silla mariposa en cuero oscuro con patas también en metal negro, hacen el resto. Sólo la cómoda - antigua, de madera pintada en blanco - parece pesar un poco más, pero para que parezca pesada, se ha colocado pegada a la pared, y a un lado de la habitación, casi apartada de ella, a la derecha de la escalera. La bici, una Specialized en color gris-romo con detalles en blanco y negro, que se guarda apoyada contra la barandilla, totalmente visible desde abajo, más que un medio de transporte, parece un elemento decorativo más, totalmente integrado en el resto del conjunto.
Un gusto por el detalle que se sigue en todos los espacios, desde la entrada hasta el baño y, por si fuera poco, al otro lado de esas estupendas ventanas que inundan de luz cada rincón del apartamento a pesar de ser un bajo - y en las que, al más puro estilo nórdico no se han utilizado cortinas, sino unos vinilos a media altura para preservar la intimidad -, la vivienda esconde un pequeño secreto: una terraza a pie de calle donde poder disfrutar del sol de invierno, al más puro estilo del sur... de Suecia ;) ¡No se puede pedir más!
Como véis - basta con fijarse en lo que me he extendido ;) - me ha encantado la reforma de este espacio de estilo escandinavo pero al mismo tiempo, con un puntito diferenciador gracias a esa barandilla acristalada. Y eso sin hablar de otras mil maravillas del edificio, como la fachada de ladrillo cara vista, la escalera antigua reformada, el patio común o el - ¡he flipado! - apartamento común de la propiedad en con tres camas y una pequeña cocina, al más puro estilo apartotel, para los invitados de los residentes... ¡daría para otro post!
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¡¡FELIZ SEMANA!!