El blanco y negro es nuestra debilidad, elegante, atemporal, sobrevive a cualquier moda y esto lo convierte en un acierto a la hora de decorar. Este apartamento sueco, aunque pequeño, está equipado con todas las comodidades necesarias. A excepción del baño y del balcón todos los apartados se desarrollan en un espacio común, la cocina, la zona de trabajo, el dormitorio y el salón. Esta distribución ayuda a tener el espacio organizado y a compartir las zonas de tránsito, sacando así mayor partido al espacio. Las paredes pintadas de blanco consiguen amplificar la luminosidad y dar una mayor sensación de amplitud. Los techos altos permiten tener una gran capacidad de almacenaje en los muebles empotrados. Sobre el lienzo blanco destaca parte del mobiliario y decoración en negro. Toques de madera aportan calidez al ambiente. Un estilo industrial emerge gracias a las lámparas, a toques metálicos de antiguas piezas y al conjunto de sillas dispares que rodean la mesa principal.
El salón equipado con chimenea está decorado con máscaras tribales, tipografías y pequeños cuadros. Una cocina de obra preside el apartamento con azulejos blancos y lechada en negro. Los muebles de almacenaje y las puertas están pintados con pintura de pizarra lo que le da un toque muy urbano.
La ropa de cama en lino aporta una bonita textura al igual que el sillón para ver la televisión. La intimidad del dormitorio se resume a una cortina negra que lo separa del rincón de trabajo. El escritorio se integra en el mueble empotrado que hace al mismo tiempo de armario y estantería. El baño con ducha y repisas de obra sigue la misma línea que el resto del apartamento, blanco y negro con toques de madera. Si hay algo que haga a este apartamento más especial si cabe es que tiene hasta terraza para disfrutar de esos maravillosos momentos al aire libre.
Vía: Desiretoinspire.net