Apología de la banalidad

Por Saval

Hace ya mucho tiempo que la que era mi bloggera favorita (@martatrenzando) me dijo que viese “La gran belleza”. Cuando escribo de pelis, no lo hago de la película, es más bien una reflexión sobre lo que dicha película me ha hecho reflexionar. Para opiniones de pelis tienes que seguir Million dollar movies. Aquí está su crítica de la peli de hoy.

Es Roma pero podría ser perfectamente Valencia. O prácticamente cualquier ciudad supongo. He puesto de título apología de la banalidad pero es más bien el rechazo a una profundidad que realmente no existe. Es decir la única diferencia entre el ser humano y los animales es que el ser humano se cree diferente. Eso es lo que le lleva a inventarse religiones o filosofías vitales que intenten dar algún sentido a vidas absolutamente intrascendentes. El mundo seguirá igual después de ti. De hecho ni siquiera sabrá de tu existencia. Ese pretendido anhelo de superioridad moral, ética o vital no es más que eso, un anhelo. Es inalcanzable. Al menos para la mayoría. Suele suceder de hecho que la gente que habla mucho de esas cosas es la más vacía (memorable conversación en el ático).

Al final todo hoy en día es estrictamente superficial y aparente. La farándula, el circo, el postureo. Si te metes en Twitter encontrarás pijos, niños de papá, hablando de sus meteóricas carreras de emprendedores. Tanto como Gowex. Si te metes en Facebook leerás vidas maravillosas, parejas que suben fotos hablando de su amor pero son infieles. En Instagram verás mujeres creyendo que les siguen por sus originales comentarios y no por sus fotos en bikini. Vendedores de libros de autoayuda adictos al Prozac.

Hay tipos y tipas, jóvenes la mayoría que me escriben a veces alarmados por esa superficialidad. Pero…teniendo en cuenta la levedad del ser, la brevedad de nuestra vida ¿de verdad podemos preocuparnos por ello? ¿podemos gastar tiempo en analizar estas cosas? La respuesta es no. Tenemos el mar, los hombres, las mujeres, las fiestas, el fútbol…plantearse la vida con grandes ínfulas, con la presunción de vivir una vida plena y profundamente enraizada es bastante ridículo. Absurdo al menos. Pero que la vida sea así no nos debe impedir encontrar “bellezas”. Grandes o pequeñas.

Disfrutemos, gocemos, hagamos nuestra la banalidad. Porque ella ya nos ha hecho suyos.

@alvarosaval