Apostillas a un fin de semana...

Por Jgomezp24

en el Priorat. El que pasamos entre Porrera, Torroja y Gratallops el 1 y 2 de mayo pasados. Soy de los que piensa que si un viaje empieza bien, suele acabar mejor. Si empieza mal...quién sabe. El nuestro empezó de la mejor manera posible: con una comida, casi al asalto (gracias por hacernos un hueco, queridos Litus y Mia), en La Cooperativa de Porrera. Cada vez me gusta más este sitio: cocina que es síntesis entre la comarca y el corazón del Mediterráneo (del Líbano al Magreb, cualquier sorpresa de nuestro mar puede asaltarte), ingredientes básicos de proveedores conocidos, honestidad, buena música y vinos a precio de tienda. Me quedo con las lentejas de Pardines, con tomate raf y aguacate: sabrosas, suculentas, frescas, contundentes, ¡que viva la legumbre! Me quedo con un bacalao con pimentón de La Vera, extraordinario, sutil el morro, delicada la carne, explosivo el contraste con el pimentón y el aceite. Un platazo. Malos días para la cata (un nodo enorme encima de nuestras cabezas casi todo el fin de semana). Sabía que los vinos que sobrevivieran a eso, a la humedad y al agua, estaban destinados a algo grande. Llegaron pocos, como veréis, de pocos hablaré, pero los que lo hicieron, lo fueron en plenitud. El primero, el de esta comida: un Cims de Porrera 2001, que estaba en un gran estado de forma. Está concebido y se bebe ya como un gran clásico de la DOQ Priorat: joven, fresco, austero, mora bastante madura, ciruela y matorral. Profundo, vertical, llicorella húmeda, tomillo. Regaliz de palo. Un vino que, se diga lo que se diga, hay que seguir bebiendo: envejece como pocos.



Retomamos el camino, satisfechos y en amable digestión. Suaves pendientes que van de Porrera a Torroja siguiendo el perfil del Cortiella. Tierras y viñedos entre estos pueblos y Gratallops, que conforman una de las zonas de privilegio en la DOQ. Llegamos a Ca'l Compte justo a tiempo para el siguiente gran chaparrón. Echarse una siesta bajo la cubierta de la casa centenaria, oyendo y oliendo al Priorat bajo la lluvia de primavera, levantarse y que las buenas tardes te las dé el arco iris, es algo que te reconcilia con el mundo y te hace pensar "venga, va...esperaré un poquito más a apearme..." Ca'l Compte está en el corazón de la comarca y se notan allí la fuerza y la tensión del Mediterráneo entero. Se me antoja que Julio Verne, cuando se "asomó" al volcán que le llevaría al centro de la tierra, tendría sensaciones parecidas a las mías: sentarse en este lugar, comer buen pan con aceite de olivos del Priorat, beber mejor vino, estar en la terraza e intuir la presencia protectora del Montsant, tener una conversación, todo eso es asomarse a las profundidades, a las raíces de nuestra civilización. Así somos y aquí, en estos elementos básicos, nos reencontramos y reconocemos. Con estos pensamientos en la cabeza y bajo cierto efecto Stendhal, marchamos hacia Gratallops. Allí, en la acrópolis del pueblo, nos esperaba el Tast amb Llops.
Mucho cariño en la organización, mucha amabilidad y profesionalidad para un encuentro que mezcló sensibilidades y objetivos bien distintos, desde los turistas que venían de muy lejos y pasaron casi por casualidad, hasta los profesionales del sector que subían de Falset para tomar el pulso a algunas de las bodegas señeras de Gratallops (con dos invitados de lujo, Vall-Llach y Descendientes de J. Palacios). Me pareció, eso sí, que todos lo pasábamos en grande y en el fondo, pienso que ése era el objetivo prioritario de la organización. El mío era otro, también, y es que soy así de tarado. Yo iba con la idea de ver si, en efecto y tal y como se me proponía, eso que se podría llamar "mínimo común denominador de un vino de Gratallops" existía o no. Y si sí, en qué consistía.
Tras probar los vinos de todas las bodegas del pueblo presentes (Clos i Terrasses, Laurel vaya; Clos Mogador; Celler Cecilio; Celler de l'Abadia; Clos de la Figuera; Celler Ripoll Sans i Saó del Coster), varios de ellos dos veces, mi conclusión es clara, puede que equivocada, pero clara: no existe ese mcd para Gratallops, como tampoco existe para Torroja (por hablar de los dos pueblos de los que he probado casi todos los vinos últimamente). Existen muchas bodegas, con viñedos en terrenos, orientaciones y alturas bien distintos; existen distintas formas de trabajar la cepa y de trabajar el mosto y el vino en la bodega; existen muchos y muy distintos vinos en Gratallops. Pero yo fui incapaz de sacar ese mcd, más allá de las habituales descripciones que uno podría hacer para un ensamblaje mayoritario con garnacha o cariñena. Esto no es bueno o malo, por supuesto, tampoco es una crítica ni tiene que ver con la bondad o no de los vinos catados. Es la conclusión al ejercicio que me propuse. También voy a ser muy honesto con lo que probé: ya he dicho que era mal día para probar este tipo de vinos (no pocos de ellos, procedentes de cultivo ecológico y algunos, confesadamente biodinámicos) y muchos de ellos se resintieron de la luna. Como lo hicieron, claro, de los meses que les faltan en bota y botella y, por tanto, del muy distinto grado de maduración del vino. De lo que probé y reprobé ese sábado 1 de mayo de 2010 por la tarde, me quedo con la ya conocida sensación del poderío y buen trabajo de la Partida Bellvisos 2008, de Sara Pérez y René Barbier. Me quedo con el Petit Batlle 2008 de Marc Ripoll, un vino fresco y con buena acidez y un paladar muy redondo y me quedo, sobre todo, con los vinos que presentó Fredi Torres, de Saó del Coster. Me pareció que era el único que intuía la necesidad de botellas mágnum en un día como ése. Su Planassos 2008, con 13,7% de alcohol, (sic!), monovarietal de cariñena de cepas de casi 50 años, será un vino a tener muy en cuenta. Pero es que su Canyarets 2008 se me antoja como uno de los caminos que marcará el futuro del Priorat. Así lo siento. Así lo digo. Ahí estaba la mágnum, sin etiqueta, sin nombre siquiera el vino. La finca se llama así y es posible que así acabe nombrándose el vino. El viñedo lo marca todo porque el ensamblaje de ese vino es, tal cual y grano a grano, aquello que las cepas de ese terruño tienen. Mayoría de cariñena, pero también algo de garnacha, garnacha blanca (cómo fija el color, bufff)...Orientación norte, enorme frescor, especias, verticalidad de esas de Julio Verne, mineral enorme, más frescor y 12,8% de alcohol. Hay que seguir a estos vinos y a este tipo.

Tras las lluvias, que casi se llevaron por delante lo que, al final, fue un vibrante, extraordinario concierto del Gran Wyoming en la acrópolis de Gratallops, salió el sol. Y el segundo encuentro vínico del fin de semana, el Tast de Torroja del Priorat a Ca'l Compte, se presentó con los mejores auspicios posibles. Aunque el nodazo siguiera encima de nuestras cabezas...Impecable organización de nuevo, buen cátering (de lo que va a ser un gran restaurante en Reus: espero poder hablar pronto de él) y las bodegas de Torroja dispuestas, aunque aquí sin que ése fuera un objetivo confeso, a mostrar si existe un mcd para el vino de este pueblo. Aixalà i Alcait, Combier-Fischer-Gerin, Llicorella Vins, Mayol Viticultors, Melis, Vins d'Alta Qualitat fueron las bodegas, también con variedad de añadas aunque aquí predominó el vino ya a la venta o cercano a ella. Mi conclusión, ya la he avanzado: existen, en Torroja también, muchos estilos y maneras de afrontar el trabajo en el viñedo y en la bodega, existen terruños distintos, con alturas distintas y, de nuevo, fui incapaz de encontrar un mcd. Pensará el lector que, en el fondo, es lo de menos. Que una cosa es la voluntad, a veces más comercial que otra cosa, de identificar un "village" en el Priorat, y la otra que la degustación te permita hacer tal identificación. Y pensará el lector que lo más importante es que se encuentren vinos que gusten y den placer. Y punto. Y de estos, claro, también los hubo. Entre los que más me gustaron ese 2 de mayo estuvieron el Riu 2007 del Trío Infernal, un vino fresco y casi de acero, con volumen y profundidad; el Brogit 2006, de Mayol Viticultors, está en un momento bueno, con mucha fruta rica en la nariz, aunque algo madura, sirope, mermelada de cassis y un punto fresco, casi cítrico, muy agradable. De los "vins de poble", ya he hablado en más de una ocasión del de Terroir al Límit (de los otros vinos de esta bodega, el Manyes 2008 se mostró con una gran finura). El otro que me gustó y al que pienso seguir la pista cuando salga al mercado, es el Pardelasses vi de vila 2009, un vino de la finca Les Clivelles, monovarietal de cariñena, con orientación nordeste (de Torroja hacia Gratallops), con mucha fruta de bosque roja, fresco, infusión de regaliz, cassís. Yo le daría ya muy poca madera más y mucho inox y botella. Será un buen vino.

La foto central, con el arco iris, es de Joaquín, de Ca'l Compte.