La asertividad es la capacidad de defender los derechos personales sin violar los ajenos. Implica marcar límites, decir no, autoafirmarse y no dejarse chantajear ni manipular emocionalmente. La persona asertiva piensa que los derechos de los demás son tan importantes como los propios.
Así, la asertividad hay que verla como un punto medio entre dos extremos perniciosos. En uno está el sumiso, cuyas emociones aparejadas son el miedo y la culpa. Sería una persona que dice que sí a todo, que niega la emoción de la ira y que piensa que los derechos de los demás de alguna manera importan más que los propios. En el otro extremo está el agresivo, cuya actitud es de hostilidad, agresión y la negación de los derechos de los demás. El asertivo está en el punto medio: la emoción que le guía es la indignación ante la injusticia, pero con una ira razonada. El asertivo ejerce la dignidad.
Podemos comenzar haciendo un autoanálisis de cómo estamos en el tema asertividad. El indicador más claro es cuando nos dejamos manipular y explotar por los demás. El inasertivo se siente culpable de herir los sentimientos de los demás, siente miedo al rechazo social y a dar mala imagen. Suele evitar toda confrontación, no mira a los ojos, utiliza un volumen de voz bajo, se justifica constantemente y es especialista en gustar a todos a expensas de su propia felicidad. Esto no quiere negar que algunas personas, por convicción, decidan entregar su vida a ayudar a otros. Lo que mueve al poco asertivo es el temor y no el convencimiento de sus principios.
ALGUNOS PUNTOS PARA SER MAS ASERTIVOS
- Primero, debemos convencernos de que somos valiosos y merecemos respeto.
- A continuación, no ignorar la ira o la rabia, sino transformarla en indignación, es decir, ira fundamentada.
- Practicar la conducta asertiva con algún amigo, escribir el contenido del mensaje que queremos decir y luego practicarlo en voz alta. Buscar materiales de soporte (webs, libros etc.) que nos ayuden con el tema de asertividad.
- Si la inasertividad está relacionada con ansiedad social severa, timidez, introversión marcada o depresión cabe pedir ayuda profesional a un psicólogo especializado en clínica y salud.
La base para trabajar este tema la encontramos en nuestros derechos personales: tenemos derecho a decir no, a decir no sé, a negarnos a peticiones no razonables, a ser felices y libres, a cambiar de opinión… Estamos hablando de derechos humanos básicos. Revisar nuestros valores es un buen modo de descubrirlos: qué no haría por ningún motivo o qué me hace sentir indigno cuando lo hago.
Explorando esto un poco más, básicamente lo que nos impide ser asertivos es el miedo y la culpa. Ambas son emociones aprendidas. Nacemos asertivos, nacemos libres emocionalmente y la cultura nos limita más de la cuenta. ¿Cómo combatirlos? Para la culpa, lo más importante es actuar de manera coherente. Estar seguro de que mi “no” está fundamentado. Reconocer también que la tolerancia tiene un límite. Pensar antes de actuar y tener siempre presente los intereses del otro es clave para no arrepentirse luego. Cuando uno siente que fue prudente y que no obró por impulso, la culpa disminuye, porque hemos actuado a conciencia, de manera razonada y razonable.
En cuanto al miedo, debe retarse siempre, afrontarlo, tomarle el pelo. Una buena manera es pensar como un científico: someter los pensamientos responsables del temor al contraste con la realidad, llevarlos a la práctica para ver si se cumplían o no.
¡Pronto una segunda parte del artículo para seguir aprendiendo a decir no!
Antoni Martínez. Psicólogo en Valencia y online. Tel: 616 19 92 11