Ciertamente hay una buena parte de la humanidad que quiere ser útil a la sociedad, que quiere aportar su granito de arena y quiere dar lo mejor de sí para ayudar al prójimo. Pero sucede que a veces muchas personas se equivocan al querer ayudar a otros cuando todavía ellas no han aprendido a sanar.
Cuando leas, veas o escuches a una persona que quiere enseñar algo (sin restarle sus buenas intenciones), pero que aun cuando se coloca como ejemplo, cuenta con cara amargada sus experiencias o se le muestra cierto grado de enojo, es que ella no ha sanado y si te traspasa sus ideas puede que te confunda.
Para enseñar se tiene que tener la moral de haber atravesado y salido de las tormentas con mayor valentía y fortaleza, se tiene que hablar de dolor sin necesidad de mostrar dolor, se puede hablar de duelos sin mostrar una sola lágrima, y eso no es falta de emotividad, sino certeza de que lo malo pasó y ahora solo queda la experiencia de lo vivido y aprendido.
Como seres humanos obviamente quedan recuerdos que pueden doler, que pueden entristecer, pero si esa persona que te quiere enseñar algo, lo hace desde la lección, ten la seguridad que aprenderás mucho con ella. Tampoco se puede creer que porque se pasó por una sola experiencia, ya se tiene el campo ganado para convertirse en maestro, no, el maestro siempre será aprendiz y esa es la mejor manera de reconocerlo, porque siempre te escuchará primero en lugar de hablar de sus proezas.
Todo esto lo comento ahora por la cantidad de personas que existen en las redes sociales “enseñando” y está bien, pero ojo con eso que “quieren enseñarte” no creas todo, siempre acude a la duda y al discernimiento como tus mejores armas para saber a quién sí y a quien no debes prestar atención o seguir sus consejos.
Recuerda también que es tu intuición la que mejor te guiará a elegir quiénes serán tus mentores, con quien te embarcas en la aventura de aprender y recorrer el camino de tu evolución, ella te ayudará a seguir y aprender de los mejores.
Hasta la próxima publicación…
Zuluan Orion