Aprender a decir «no» o la importancia de ser diferente

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

Aprender a decir "no", no es algo que resulte siempre fácil, muy a pesar de que todos poseamos esa capacidad, y de que no se trate sólo de una opción sino de un derecho al que tantos les cuesta recurrir.

¿Qué significa decir "no"?

Decir "no" es una forma genuina de definirnos a nosotros mismos, de expresar nuestra singularidad y también de ser diferentes. Además, expresar nuestra negativa ante algo forma parte de una serie de necesidades relacionales - que son elementos del deseo universal y humano de relación- como por ejemplo la necesidad de la autodefinición, entendiendo ésta como el hecho de recibir en una relación el reconocimiento y aceptación por parte de la otra persona.

Expresar la diferencia -es decir ser diferente- tampoco es una tarea fácil, ya que para muchas personas supone un acto de valentía por las posibles consecuencias de no aceptación, rechazo o desaprobación. Este tipo de respuestas es frecuente en la infancia, cuando los adultos reaccionan de una forma negativa ante los esfuerzos que el niño realiza por diferenciarse e ir hacia la independencia, que es lo que corresponde dentro de su etapa evolutiva. Un ejemplo lo encontramos cuando en los niños de aproximadamente dos años, su forma favorita de decirle al mundo quién es, es decir "no".

En la adolescencia -otra etapa importante en la trayectoria evolutiva del ser humano- también se es proclive a sentirse no aceptado o rechazado, si el adolescente muestra o expresa su diferencia. Se trata de una etapa en la que el grupo de amigos o el grupo de compañeros de clase ejerce una gran influencia. En el grupo de iguales, hay una serie de normas implícitas ante las que el adolescente se encuentra en la tesitura de pertenecer al grupo cumpliéndolas sin mas, o bien permanecer integrado en el grupo sin perder su identidad, siendo él mismo, marcando la diferencia entre él mismo y el grupo. No es para nada una tarea fácil.

¿Decir "no" se aprende?

Las experiencias vividas en nuestro entorno familiar con las figuras parentales son, sin lugar a dudas, aprendizajes.

Si, por ejemplo, el entorno familiar del niño es rígido y se le exige adecuación y obediencia incuestionable a reglas y normas, es probable que el niño no aprenda a cuestionar, a decir "no me gusta", "no quiero", "no estoy de acuerdo en esto", "lo que me gusta es esto otro", "mi opinión es ésta", "pienso esto". Es decir va a aprender a no ser respetado en su idiosincrasia, y por lo tanto cómo ser él mismo diferenciándose de los demás, motivo por el cual no recibirá el reconocimiento y la aceptación por parte de la otra persona.

El niño que crece en un entorno como el descrito en el ejemplo anterior, aprende una única forma de ser él mismo, de ser singular, y es la de rebelarse padeciendo al mismo tiempo el rechazo de las personas de su entorno.

Seguramente el niño pasará de la adolescencia a ser adulto sin haber aprendido a expresarse libremente. Su único aprendizaje relacional será el de sobrevivir a su entorno pasando desapercibido, siendo como cualquier otro. Todo esto producirá unas necesidades relacionales insatisfechas, como la necesidad de poder ser él mismo y también la de ser valorado.

Decir "no" y Terapia Gestalt

"La personalidad sana está formada por una sucesión de "sí" y "no" según la propia idiosincrasia del niño"

Perls, Hefferline y Goodman

Fritz Perls, en Yo, hambre y agresión - donde enuncia su teoría de la "agresión dental"- afirma que en el mordisco y la masticación de una experiencia propia se absorben las partes que uno necesita y se libra de las que no. Al mismo tiempo, Laura Perls afirma que es mediante la llamada "desestructuración/reestructuración" como podemos crecer, asimilando lo que necesitamos del entorno y rechazando lo que no es nutritivo.

Tanto Fritz como Laura Perls comparten en su teoría de la personalidad que la persona sana no sólo debe asimilar cosas del entorno, sino también debe masticar, escupir y rechazar lo que no sea bueno para ella.

Perls considera que la imposibilidad decir "no" es causada por la represión de la agresividad dental, por el miedo al conflicto. También considera esta imposibilidad como una de las principales fuentes de patología neurótica.

"Solo se puede hablar de aceptar algo cuando existe también la tendencia a rechazarlo [...] Lo que es aceptado por el yo es un conflicto consciente y el ejercicio de la agresividad. El conflicto es una perturbación de la homogeneidad del fondo e impide la emergencia de la siguiente figura nítida y vivaz ..."

Perls, Hefferline y Goodman

Aprender a decir "no"

Si por cualquier circunstancia no has tenido la oportunidad de aprender a decir "no" estas pautas pueden servirte de ayuda:

  • Tienes derecho a decir "no", el mismo o igual derecho que a decir "si".
  • Decir "no" es una decisión personal. Forma parte de nuestra posibilidad tanto de elegir como de rechazar.
  • Decir "no" conlleva una responsabilidad. Como cualquier otra decisión u opción que tomemos en nuestras vidas, inherentemente implica a nuestra responsabilidad
  • No siempre gusta escuchar un "no". Al igual que es agradable escuchar un "sí", podrás escuchar un "no" de la misma manera si no lo personalizas, y lo experimentas como el mismo derecho que tiene la otra persona de aceptar o rechazar algo. No te están rechazando a ti como persona, es una decisión u opción que tiene el otro.
  • No puedes intentar agradar a todos. Es algo equiparable a nuestro derecho a elegir con quien queremos compartir experiencias, tomar un café... y no lo hacemos con otros.
  • Utiliza la asertividad.

Enseñar a decir "no"

La pauta más importante si quieres que tu hijo aprenda a decir que "no" es la enseñarle mediante tu ejemplo.

  • Di "no" cuando creas que es oportuno, de la misma manera que dices "sí".
  • Respeta, valora y escucha la opinión de tu hijo. Con esta pauta estás contemplándolo como una personita única y singular.
  • En ocasiones la mejor forma de ayudar es la de no ayudar. Aguanta, confía en tu hijo y no vayas al rescate de su problema, -a no ser que explícitamente pida tu ayuda- ya que seguramente lo resolverá por sí mismo y esto reforzará la confianza que depositas en él.
  • Que obedezca a todo sin rechistar no es aconsejable. Una obediencia ciega implica imposición de uno con poder sobre otro. Es mejor que aprendan a dialogar, a cuestionar y a ser responsables.
  • Ayúdale a que entrene su asertividad.
  • Con estas pautas, el niño irá forjando una buena autoestima y autoconcepto de sí mimo.
Clotilde Sarrió - Terapia Gestalt Valencia

Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España