Tradicionalmente, la educación se centró demasiado en el aspecto cognitivo, dejando al margen todo lo referente a las emociones hasta que, a partir de la década de los noventa, surgió una revolución reivindicativa de lo emocional, ya no sólo en la psicología sino también en otros ámbitos como el educacional, comunitario o social.
Los niños y las emociones
Desde su nacimiento, nos preocupamos por el bienestar de los niños y satisfacemos sus necesidades en lo referente a alimentación, higiene y cariño entre otras muchas. Más adelante, conforme van creciendo, les vamos enseñando a ser autónomos en lo referente a sus estudios, aseo personal, relación con los demás y, en suma, facilitamos su plena integración al medio social al que pertenecen.
No obstante, es frecuente que de todos los ámbitos que abarca el desarrollo de los niños, prestemos poca atención al que, tal vez, sea el más importante: sus emociones.
Se suele enfatizar en inculcar al niño los formalismos sociales, transmitiéndoles las enseñanzas que recibimos a su vez de nuestros progenitores y olvidando –también dificultando– que los niños se desarrollen plena y globalmente para que consigan ser autónomos, independientes y felices en el futuro.
Una de las principales funciones de las emociones en el desarrollo del ser humano es intervenir favorablemente en la transición desde la infancia a una adultez feliz y en perfecta armonía.
No poder expresar ni autorregular las emociones de un modo adecuado es uno de los principales problemas que afectan a la sociedad, debido a que si la represión de las emociones se prolonga en el tiempo, repercutirá a la larga en el equilibrio del individuo consigo mismo y con el entorno con el que convive.
Cada vez son más evidentes las diferencias que separan al patrón tradicional socio-familiar-laboral y el modelo que impera en nuestra sociedad actual.
En las sociedades tradicionales, el patrón era inalterable y homogéneo, permitiendo al individuo desarrollar fuertes nexos con su entorno así como el acostumbramiento a un tipo de vida que no le exigía su constante adaptación a ámbitos variables. Esto tenía la ventaja de facilitar la unión del grupo, pero también el inconveniente de tener que enfrentarse a situaciones muy estresantes.
Por el contrario, la sociedad actual nos exige enfrentarnos y adaptarnos a unos entornos heterogéneos y variables que cada vez nos exigen más esfuerzos con el handicap de no contar con soportes sociales importantes ni sentimientos de pertenencia o de identidad, lo que propicia un gran estrés en las personas asociado a la inseguridad que en muchas ocasiones predisponen a conductas patológicas y emocionalmente poco resolutivas.
Las emociones en los libros y en el cine
Tradicionalmente, la educación se centró demasiado en el aspecto cognitivo, dejando al margen todo lo referente a las emociones hasta que, a partir de la década de los noventa, surgió una revolución reivindicativa de lo emocional, ya no sólo en la psicología sino también en otros ámbitos como el educacional, comunitario o social.
Emocionario. Di lo que sientes
El Emocionario es un diccionario de “autor” ilustrado, un proyecto escrito por Cristina Núñez Pereira y Rafael R. Valcárcel en el año 2013.
Los autores hacen un recorrido a través de cuarenta y dos estados emocionales de una manera extremadamente sencilla, para que al pequeño lector le resulte fácil identificar las emociones y llegar a poder expresarlas.
Inside Out – Del revés – Intensa-Mente
Una reciente y actual muestra en el cine de las emociones, ha sido el estreno en julio de 2015 de la película animada de Pixar “Inside-Out”, titulada en España “Del revés” y en Hispanoamérica “Intensa-Mente”.
El film fue dirigido por Pete Docter y la idea del mismo surgió al observar el director un radical cambio en la actitud de su hija pequeña tras cumplir los once años, un experiencia como padre que le llevó a buscar información sobre la mente humana y a imaginar qué es lo que en ella podría suceder cuando intervienen las emociones.
Además de las habituales labores de producción y dirección, la película fue posible gracias al trabajo de psicólogos y neurocientíficos como el conocido psicólogo y estudioso de las emociones Paul Ekman, o el profesor de psicología de la Universidad de Berkeley (California), Dacher Keltner, quienes realizaron un estudio exhaustivo, profesional y fiable del tema.
A modo de conclusión
Concluiremos resaltando la trascendente importancia de trabajar con las emociones desde la mas tierna infancia, para que el niño pueda adquirir los recursos necesarios para hacer frente a los retos de la vida, los conflictos y, en general, cualquier cambio en el entorno, de la manera más adecuada. Al margen de las connotaciones sensitivas o anímicas, las emociones participan de un modo importante en el desarrollo personal al interaccionar y manifestar sus efectos en otros procesos mentales relacionados con la atención, la percepción, la memoria y, en suma, el razonamiento que nos permite crear la realidad.
Como colofón de este artículo, citaré unos párrafos de un pionero e interesante artículo publicado por Daniel Goleman en el New York Times en junio de 1984. Recordemos que Goleman es un psicólogo estadounidense que adquirió fama mundial tras la publicación de su libro “Inteligencia emocional” en 1995.
«Los niños, como todo el mundo sabe, tienen sensaciones muy fuertes desde el mismo momento de su nacimiento. Pero sus primeras sensaciones son pocas, limitadas a los aspectos más primitivos, como aflicción y disgusto. Solamente con el paso del tiempo florece todo el abanico de las emociones, según normas definidas, en una progresión que está siendo seguida por los científicos con una precisión antes imposible»
«Ya era hora de que empezásemos a observar más atentamente las emociones. Todo lo que sabemos sobre los niños demuestra que un desarrollo emocional saludable es la clave para otros tipos de crecimiento»
«Debería contemplarse el planteamiento de unos estándares más realistas del crecimiento emocional. Tales estándares podrían funcionar como antídoto a la tendencia de algunos adultos –padres y maestros, principalmente– de juzgar las reacciones emocionales de los niños, según normas de adultos, en vez de hacerlo de acuerdo con unas medidas basadas en sus verdaderos pasos de maduración»
Clotilde Sarrrió – Terapia Gestalt Valencia
BIBLIOGRAFÍA:
– Goleman, Daniel (1996) Inteligencia Emocional. Barcelona. Editorial Kairós
Imagen: Imágenes Gratis