Aprendizaje Integral y Multidimensional. La escuela. (3º parte)

Por Jorge Prioretti @priotty

En este artículo desarrollamos un tercer aspecto para un aprendizaje de tipo integral y multidimensional desde la escuela considerando al educando como una persona única y abierta a los demás. De esta manera, abarcamos los tres aspectos para una educación integral y multidimensional desde la escuela.

  • El educando como persona biosíquica espiritual: ser-en-sí.
  • El educando con una historia pasada para construir su presente y forjar su futuro: ser-en-el-tiempo.
  • El educando como persona única y abierta a los demás: ser-con-el-otro.

Este hecho es fundamental de la existencia: la apertura a los demás y la interioridad única es el secreto, la clave de la realización de la persona.

III. Cada educando es una persona única y la Convivencia con el otro que es tú.

La capacidad de reflexión de la persona brinda una interioridad y el hecho de ser la persona un "yo" que se percibe como fuente de sus actividades, responsable de sus opciones libres, y como sujeto, centro consciente de atribución de todas las realidades que constituyen su ser.

Esto nos da una "subjetividad" que hace que el Yo pueda sentir mis vivencias como el otro; que yo pueda ver el mundo desde mi punto de vista y tú desde el tuyo.

Nos referimos a la interioridad cuando somos capaces de pensar y obrar conscientemente y de decidir de forma libre:

  1. Autoconciencia, o autopresencia: es característico de una persona ya que no solamente sabe (conoce), sino que "sabe que sabe", se da cuenta de que obra y que obra porque decide hacerlo. Más aún, se da cuenta de sí mismo y atribuye a su yo todas sus actividades.
  2. Autodeterminación: capacidad que tiene la persona de realizarse (perseguir la felicidad) saliendo por sí mismo de la indeterminación en que ordinariamente lo llevan los motivos que tiene para obrar: eso que llamamos libertad.

Esta interioridad fundamenta la unicidad de la persona. Yo, o mi Yo, no "es un ser fotocopiado" o escaneado de una especie determinada, sino que cada uno tiene una manera única de ser persona.

Cada uno de nosotros realiza la especie "persona" de un modo irrepetible e irremplazable. Cada persona es igual a sí mismo, soy único en ser yo y sólo una vez.

El hecho de la libertad, es otro elemento, además de la interioridad, fundamenta la unicidad de la persona. Esto es debido que ser convierte en ser dueño de su propia existencia y de poder moldearla, configurándose y diferenciándose de los demás. "Yo soy yo y mis circunstancias", escribía Ortega y Gasset en 1914[1].

    Enseñar al educando que la convivencia con el otro es un hecho fundamental de nuestra autorrealización.

Ser personas nos hace seres dialogales. El hecho del diálogo en todos los niveles y para los emprendimientos más diversos y el fenómeno de la socialización, han llevado a la conclusión de que la dimensión social es esencial, constitutiva de la persona. La socialización es la multiplicación de las relaciones de convivencia.

El " ser-en-el-mundo-con-otros " es un hecho relevante en nuestras vidas. Nuestra vida surge de la comunión del amor de dos personas. Si no fuera por esta comunión no seríamos. El ser humano después de nacer es el viviente, quizás, más desprotegido y dependiente del cuidado del otro.

La transcendencia del "tu" (que es más que "otro") es la verdad más profunda de la persona. Existir es co-existir. "El hecho fundamental de la existencia es la persona con la persona"[2]. La persona es un "ser para el encuentro": sólo comprende su misterio cuando encuentra al otro hombre y crea con él una relación interpersonal[3].

Este aspecto es esencial en el concepto de escuela, especialmente desde una perspectiva inclusiva, ya que la misma es por excelencia convivencia, ser-con-vos, ser-para-el-encuentro.

En mi opinión, siguiendo el mismo hilo conductor de la relación, somos-con-otros-en red. Lo que bueno o malo que hacemos al otro, "Tú", repercute en la red relacional de alguna manera y, también, tiene repercusión en el tiempo relacional.

"La persona se torna un yo a través del tú"[4]. La persona no tiene primero relación a sí mismo y luego, en un segundo momento, relación al tú del otro. No; el yo se autoconoce al mismo tiempo que entra en relación con los demás.

Decimos que el "nosotros" es la matriz y el ámbito constitutivo de las personas: el yo es "yo" en el nosotros, y el tú es "tú" en el nosotros. "El otro no es un límite sino un manantial del yo"[5].

En síntesis: la persona es un "ser-cabe-sí', un "ser-junto-a-sí" o un ser que está consigo, que posee de autoposesión: está presente a sí mismo por la reflexión; y autodeterminación: dispone de sí mismo por la libertad. Pero sólo se puede entender en relación recíproca con el tú, y, a través del tú, con el nosotros. Para la persona "existir" es "coexistir".
    La Dimensión dialogal con el tú. Pedagogía de palabra y del amor.

Citaremos dos elementos claves para fundamentar esta dimensión dialogal: la palabra y el amor. Elementos, también, claves para una educación inclusiva

a. La palabra es propio de la persona, va de persona a persona. Siempre hablamos "con" otros "sobre" algo.

La palabra descubre mi existencia desde mi nacimiento cuando mi madre menciona mi nombre. La palabra despierta, también, nuestros afectos. La palabra tiene vida en nosotros en el seno de nuestra madre cuando nos habla con ternura. Científicamente está comprobado la importancia de la palabra ante de nuestra gestación.

La persona no descubre su propio yo (su autoconciencia) ni se personaliza sin la llamada del otro. La palabra identifica a la comunidad, al Yo-con-vos a través de un determinado lenguaje: elemento fundamental de un espacio cultural.

La palabra no es solamente para comunicar, que es mucho, sino además, es un instrumento de encuentro y un medio de personalización. El espíritu humano se realiza lingüísticamente. Por la palabra se realiza el yo-tú en una nueva vida de comunión.

El niño nace "antes de tiempo" y es reengendrado en el seno de la sociedad a través de la palabra, para llegar a ser hombre.

Qué linda expresión para ser aplicada a la educación. La escuela inclusiva es seno maternal que reengendra humana y culturalmente al educando.

La persona que ama genera una comunión en el otro, el tú. Si este es recíproco genera una UNIÓN que da sentido pleno a esta comunión; pero son dos personas. Si esta idea la expandimos en red logramos una verdadera comunidad.

b. Pero el amor, el amor amistad que corresponde al amor que recibimos de los otros y el amor que entregamos a los demás, fundamenta que la persona no se realiza en el encierro del yo, sino en la apertura al tú.

Este amor realiza el paso "del yo al nosotros". El amor tiene un objeto, y ese objeto es el tú. Y por medio de ese amor además de aportar plenitud al otro retorna a nosotros (aún sin ser correspondido) a la misma persona que lo originó, forjando la personalidad madura que logra cierta plenitud del ser. Por eso, el amor tiene sentido más allá de ser correspondido porqué el que ama es el primer beneficiario: lo lleva a la plenitud de ser.

Esta idea es base para forjar una verdadera comunidad escolar. Es la clave que subyace en la idea de una escuela inclusiva.

Es una extraña necesidad la persona, que para hacer su propia valoración necesita que otros lo valoricen, necesita para descubrirse, Pero sobre todo necesito dar yo algo a los demás. Crece mi "Para vivir con sentido, debemos ser nosotros mismos el sentido de la personalidad en la medida en que salgo de mí mismo para darme a los , para escucharles, prestar atención a su vida, situarme en su punto de vista, servirles, ayudarles a ser más libres y a crecer por sí mismos. El amar al otro me arranca de la propia subjetividad, desata mis fuerzas creadoras y las pone al servicio del reconocimiento de los demás. mirarse en el espejo de los demás. Necesita que otros lo miren.

La fenomenología del amor lleva a esta conclusión:

Para ser yo mismo necesito de los otros. No me realizaré como persona en su plenitud, si no recibo de los demás su respeto, su estima, su admiración, su amor, su reconocimiento, su compañía.

    La Dimensión Sociopolítica. Pedagogía del diálogo y la participación.[7]

Se trata de llegar a ser genuino ciudadano, preocupado y comprometido con el bien común, con lo público.

La formación de la dimensión sociopolítica implica desarrollarlas competencias necesarias para la convivencia y el ejercicio de una ciudadanía activa y responsable. Competencias comunicativas, de escucha y diálogo. Competencias para tomar decisiones y evaluarlas, argumentar y defender su postura, valorar la diversidad y saber llegar a acuerdos. Competencias para vivir y trabajar juntos a los que son diferentes, para ser capaces de valorar y de respetar la diversidad de costumbres y opiniones. Competencias para resolver los conflictos mediante la negociación y el diálogo, de modo que todos salgan beneficiados de él, tratando de convertir la agresividad en fuerza para la creación y la cooperación. Competencias para interactuar con los otros diferentes, para valorar y aceptar las diferencias culturales, de raza y de género, sin convertirlas en desigualdades. Competencias para tratar con cortesía, para colaborar, es decir, trabajar juntos, para decidir en grupo, para considerar los problemas como retos a resolver y no como ocasiones para culpar a otros. Competencias para el servicio y la solidaridad y para oponerse a todo lo que amenaza e impide la vida: injusticia, desigualdad, discriminación, manipulación, conformismo, violencia, corrupción, entre otros.

Para educar la dimensión sociopolítica, se requiere de una pedagogía del diálogo y la participación. El ser humano se hace persona en diálogo con su mundo y con los otros. El diálogo implica búsqueda permanente, creación colectiva. Dialogar supone aceptar que toda persona sabe, que no todos saben lo mismo, y que estos saberes necesitan relacionarse y confrontarse para que de ellos nazca un nuevo saber, diferente a lo que se pensaba al comienzo. Por eso, es importante nuestra propuesta de realizar "diálogos socráticos". (Ver: https://inclusioncalidadeducativa.wordpress.com/2015/10/24/eldialogo-socratico-en-el-contexto-de-una-educacion-inclusiva-integral-y-de-calidad/)

El diálogo implica problematizarse, hacerse preguntas. El diálogo en los espacios educativos sólo es posible en un ambiente de respeto, confianza, escucha y humildad, para reconocer que la verdad se va haciendo y construyendo en el compartir de ideas, reflexiones, investigaciones y experiencias.

Por otra parte, el diálogo verdadero es una práctica no exenta de conflictos, ya que no suele establecerse desde las coincidencias, sino desde las opiniones, puntos de vista, valoraciones y proyectos diferentes. De ahí que la pedagogía del diálogo debe asumir también la pedagogía del conflicto y la negociación, como medios para superar las diferencias y construir acuerdos básicos para la acción colectiva.

Para gestionar educativamente los conflictos hay que vivirlos en términos de lealtad y de disponibilidad a la autocrítica, para así superar los prejuicios y suposiciones.

El verdadero diálogo implica la participación y la cooperación. El hecho educativo debe convertirse en un hecho comunicativo y comunitario. Se educa en comunidad, con la comunidad y para la comunidad. El equipo, y no el individuo aislado, debe ser la unidad educativa básica y medio principal para el desarrollo de la dimensión sociopolítica. Equipo directivo, de educadores, educandos, miembros de la comunidad. Toda la escuela se transforma en un equipo, unidos en la identidad y en la misión, en el que cada uno asume su tarea con entera responsabilidad, cuida y se preocupa por todos los demás.

Todos aprenden y aprenden de todos: aprenden a compartir, a ser solidarios, a resolver los problemas y los conflictos mediante la negociación y el diálogo, a comprometerse en la búsqueda del bien común.

Para una educación genuinamente democrática y gestora de democracia se debe optar por una gestión democrática en la dirección de las escuelas, constructora de organización, centrada en lo pedagógico y con un liderazgo educativo compartido. (Ver: https://inclusioncalidadeducativa.wordpress.com/2015/07/10/gestion-educativaestrategica-gestion-necesaria-para-una-educacion-inclusiva-2/)

La gestión democrática se hace realidad asegurando instancias organizativas y cauces que garanticen el proceso de participación. Sin participación es impensable una gestión democrática. La participación es una manera de entender la vida y las relaciones humanas, que posibilita convertir la escuela en un lugar donde se viven situaciones de vida democrática y se desarrollan las convicciones democráticas. Para ello, es necesario crear un clima de participación: un ambiente propicio para las relaciones interpersonales y grupales, que estimule el discernimiento con libertad crítica y autocrítica.

La participación en las estructuras de dirección de la escuela y programas educativos busca promover valores en tres ámbitos. En lo personal, la participación promueve el desarrollo integral de los actores del proceso educativo: criticidad, creatividad, solidaridad y compromiso. En lo social, favorece el pluralismo, las instancias de organización social, la capacidad de convocatoria y los vínculos comunitarios. Y en lo institucional, ofrece un testimonio coherente que asegura la permanencia de la identidad y unidad de la institución con flexibilidad histórica.

La dirección democrática concibe su trabajo como una tarea de equipos con el consiguiente reparto de responsabilidades y funciones. Se basa en la participación y el desarrollo coordinado de la acción y se asume como una forma compartida de tomar decisiones. Conlleva el pensar la escuela o el programa educativo como tarea colectiva para convertirlo en el lugar donde se analiza, discute y reflexiona conjuntamente sobre lo que pasa y sobre lo que se quiere lograr. Busca romper la fragmentación de las intervenciones de los agentes educativos y convoca a todos a la construcción del proyecto educativo, concibiendo la escuela como unidad funcional de acción, planificación, evaluación, cambio y formación. Es el camino para saltar de la cultura de la subordinación a la cultura de la coordinación.

La finalidad de la organización es el crecimiento de los actores: educandos, padres y madres, miembros de la comunidad, educadores, y se concreta en la construcción delos equipos de trabajo. Sus actuaciones deben centrarse en actividades pedagógicamente ricas como la coordinación del proyecto, el estímulo, motivación y formación de los educadores, la cohesión de los equipos, el fomento del entusiasmo y la innovación, la preocupación por la calidad. El liderazgo pedagógico convoca a todos a la integración en un proyecto común que se elabora y desarrolla en colaboración.

Las tres grandes funciones del ejercicio del liderazgo son: definir, apoyar y sostener unos fines y metas educativos; desarrollar y mantener el sentido de comunidad; y promover innovaciones sobre bases sólidas y el desarrollo profesional y organizativo del centro o programa educativo.

[1] ORTEGA Y GASSET J., "Meditaciones del Quijote", Madrid, 1975, p. 30.
[2] BUBER M.,."¿Qué es el hombre?", México, 1960, p. 147
[3] ROF CARBALLO, "El hombre como encuentro", Madrid, 1973, pp. 24-25.
[4] BUBER M., "Yo y tú", Buenos Aires, 1967, p. 34.
[5] NEDONCELLE M., "La reciprocidad de las conciencias", Paris, 1942, p. 67.
[6] KWANT R„ "Filosofía social", o.c, p. 88.
[7] En este aspecto, el pedagógico, hacemos referencia a la "Colección programa internacional de formación de educadores populares, La educación popular y su pedagogía - Federación internacional Fe y Alegría" y reflexiones personales