No es preciso remontarse a los inicios de la telefonía móvil y a aquellos primeros modelos -¿quién no se acuerda del DynaTAC 8000x?- que dieron el pistoletazo a una tecnología que no ha parado de evolucionar hasta hoy, y que seguirá haciéndolo en los próximos meses y años.
Aquellos primigenios móviles estaban concebidos para comunicarnos entre unos y otros; a ponernos en contacto con llamadas y, en ocasiones, a intercambiarnos algún que otro mensaje de texto, al comienzo, y muchos otros tiempo después. Estaban diseñados para cumplir su función básica, que no era otra que servir de teléfono móvil y usarlo donde quisiéramos y en el momento que deseáramos. Hasta hoy.
Hoy en día la evolución de los móviles, ahora llamados mayoritariamente teléfonos inteligentes, casi ha borrado de un plumazo lo que supuso su concepción inicial -hablar por teléfono-, convirtiéndolos en dispositivos que nos hacen la vida más sencilla. Reservar un restaurante, iniciar una conversación con cualquier persona sin importar el lugar donde se encuentre y verle la cara como si la tuviéramos ante nosotros. ¿Hemos avanzado más? Sí, seguramente. ¿Se ha perdido el romanticismo de su concepción original? Posiblemente, también.
Hemos ganado en peso, prestaciones y movilidad, pero asimismo nos hemos hecho más dependientes de él; pasamos de un instrumento que nos facilitaba la vida a, en muchos casos, otro del que casi depende nuestra existencia.
Todos nosotros.
¿Y tú? ¿Recuerdas cómo era tu primer móvil? ¿Y cómo era tu vida con él? Si quieres nos lo puedes contar...