¡Aquí está la navidad! ¿Cómo sobrevivir a ella?

Por Código Mente @codigomente

¡Aquí está la Navidad! Esta frase forma parte de uno de los anuncios más esperados del año que habla de alegría, suerte y felicidad; junto con los anuncios de juguetes, perfumes y cavas, preconiza la llegada de unas fechas que a unos y otros nos provocan sentimientos encontrados.

Estos días suelen ser fuente de estrés para la mayoría de las personas, familias que no se llevan bien se reencuentran, amas de casa que de nuevo tienen que trabajar horas extra, consumo excesivo  que luego pasa factura no solo al estómago sino también al bolsillo, cenas de empresa en que tienes que fingir la alegría y compañerismo, singles que se ven forzados a cenar los días claves para no resultar desagradecidos en casas y compañía que no les apetece y que los miran con cara de pena ¡pobrecito, está solo/a! y un largo etcétera.

Cierto es que  los niños se salvan de momento de tanto estrés, para ellos todo es ilusión, fiesta, alegría y felicidad, quizás alguna pequeña decepción si Papá Noel o los Reyes Magos no les traen los juguetes y regalos que han pedido.

Así nos encontramos desde el día 1 de diciembre, las grandes superficies intentan incluso adelantarlo, con un montón de sensaciones y sentimientos entrecruzados que aunque no son todos negativos, sí parecen mantener una relación directa con los años cumplidos.

En algún momento, en alguna Navidad cercana o lejana hemos podido experimentar todas estas sensaciones y sentimientos: angustia, ilusión, estrés, alegría, ansiedad, soledad, nostalgia, miedo, sorpresa, caridad, tristeza, solidaridad, vergüenza, envidia, empatía, decepción, alegría, ira, amor, dolor, etc, un cóctel explosivo para el que conviene estar preparado.

Para ello el día 1 deberemos tomar aire y… respirar a pleno pulmón, sea la situación por la que atraviese cada uno, estamos vivos y esto ya es un motivo de celebración por sí mismo, pero además está en nuestra mano que la predeterminada, preestablecida, archiconocida e invariante Navidad pueda ser diferente.

Podemos sentir alegría verdadera y no fingida por encontrarnos con hermanos, cuñados, tíos y primos, ya que si no estuvieran los echaríamos de menos.

También disfrutar de pequeñas cosas y pequeños gestos, una llamada a un o una amiga lejana u olvidada, un día de voluntariado, un abrazo sincero, pedir perdón a quién pensemos que hemos podido ofender, prescindir de regalos o elegirlos cuidadosamente, son grandes gestos que seguro que nos envolverán en momentos de bienestar.

Si tienes niños, sonríe, ellos serán los que conseguirán arrastrarte a una etapa anterior en que participabas de la Navidad con alegría, con ilusión, en que adornabas el árbol y ponías el Belén, ahora ellos te envolverán en sus actividades, risas y juegos.

Si vas a casa de tus hijos/as, nueras/yernos, sonríe, relájate, agradece el detalle, disfruta del momento, alaba la comida y la casa, no aproveches para criticar la educación de los niños/as o la escasez o exceso en la mesa, no hagas diferencias en los regalos de los nietos, etc.

Si eres libre, sonríe, rebélate y prescinde de invitaciones establecidas y obligadas y prepárate una Navidad diferente. Un viaje deseado largo tiempo, un baño con música y velas, un paseo mientras los demás cenan, un concierto, ir al teatro, un homenaje gastronómico, un chocolate en algún sitio especial, un paseo en barca, un atracón de películas típicas de Navidad, practicar el deporte que te guste, hazte un regalo, cómprate un libro, escucha villancicos de tu infancia… la lista la sigues tú.

Si estás o te sientes solo y nada de lo anterior te motiva, sonríe, piensa que en definitiva es un día como otro cualquiera, que hay muchas personas en tu situación, que no es obligatorio ser feliz, que puedes superarlo, que no puedes permitir que te inunden sentimientos negativos, que  mañana amanecerá de nuevo y pronto llegará el día 2 de enero.

¡ FELIZ NAVIDAD ¡