El 15 de Mayo de 2015, un viernes, tomé la decisión de arrancar la publicación de un post semanal cuya protagonista iba a ser una imagen hecha por mí. Esta cita semanal, que llamé “Il venerdí di Photosatriani”, me obligó a mantener viva la necesidad de hacer y revelar fotografías, sin necesariamente tener la obligación de desarrollar un proyecto, sino simplemente de disfrutar de lo que me encontraba y que estimulaba mi empatía visual, independientemente de la cámara que tenía por las manos en el momento de la toma; podías ser mi réflex, mi compacta o mi móvil.
Después de casi un año de fotografías sin un rumbo preciso, el 15 de Abril de 2016 “Il Venerdí di Photosatriani” se transformó en una publicación monotemática sobre el mundo arbóreo y el lunes que viene (15 de Junio, después de casi dos años arbóreos) publicaré la imagen número 100 de esta serie y he decidido hacerme un homenaje por el logro conseguido que comparto con quien me va siguiendo desde más de tres años.
Pocas personas son conscientes de ello, pero los árboles con su lentitud, fuerza y majestuosidad reflejan muchos aspectos de la vida humana. Al igual que los hombres, son capaces de comunicarse entre ellos, desarrollan amistades, se apoyan mutuamente, pero también compiten despiadadamente; sus ramas que se bifurcan desarrollándose de manera diferentes dependiendo de las condiciones encontradas en el camino elegido, son la representación en vivo del famoso “que hubiera pasado si…” que nosotros humanos nunca podemos conocer cuando tomamos las decisiones importantes en nuestra vida. Los árboles saben cómo ser pacientes, saben cómo luchar contra los agresores, saben cómo sufrir en silencio, saben cómo ser deshonestos. Lo árboles, viven en la Tierra desde hace millones de años, mucho antes de la aparición de los humanos. De hecho, han contribuido de manera decisiva al nacimiento y al desarrollo de la vida de los seres humanos. La relación entre los seres humanos y los árboles es, por consiguiente, ancestral: desde el comienzo de su historia, los humanos buscaron su sombra, protección, frutos y madera; los humanos los plantaron y los cortaron para aprovechar sus vidas. Pasear en un bosque, cruzar un parque o caminar por cualquier calle o plaza con árboles, en la ciudad más caótica, produce una agradable sensación de libertad, bienestar y espacio, permitiendo llenar el alma de calma y lentitud.
Después de publicar el árbol N.100, continuaré esta aventura arbórea, aunque no publicaré necesariamente y semanalmente un árbol en los Venerdí di Photosatriani; continuaré a proponer mi visión arbórea, solo cuando tendré algo nuevo e interesante que ofreceros.