Las imágenes de la ciudad de Nueva York envuelta en una densa neblina de color anaranjado, casi apocalíptica, han abierto estos días los telediarios de medio mundo. Las informaciones iban todas en la misma dirección: la Gran Manzana está sufriendo un episodio extremo de alta contaminación debido a los incendios de Canadá. Y sin embargo, pocos medios han informado sobre el foco del problema.En este momento hay activos en el país norteamericano un total de 414 incendios forestales, de los cuales más de la mitad, 239, están fuera de control. La zona más castigada es la provincia de Quebec, un área gigantesca, cuyo tamaño es tres veces el de España, pero en la que apenas viven medio millón de personas. Allí, 35.000 residentes han tenido que ser evacuados por unos incendios considerados de sexta generación que ya han arrasado 800.000 hectáreas, equivalentes a la mitad de Andalucía.
Y es que, aunque el fuego no es precisamente un desconocido en el país, los incendios suelen tener lugar en el otro extremo, al oeste. El motivo: la zona de Quebec tiene un clima mucho más húmedo y suave, debido a la influencia del Atlántico Norte. Sin embargo, este año las condiciones climáticas han sido extremas: durante el invierno apenas nevó, y una inusual ola de calor azotó la zona a principios de mayo, lo que se tradujo en temperaturas de hasta 33 grados. Todo ello ha creado un caldo de cultivo idóneo para el fuego.
Un aire irrespirable
El humo es la otra consecuencia del fuego. El viento lo ha llevado hacia el sur, provocando que más de 111 millones de personas se hayan visto afectadas en el noreste de Estados Unidos, según la agencia de protección del medioambiente. Además de Nueva York, la capital, Washington DC, se ha visto enormemente afectada por la mala calidad del aire. El fenómeno está obligando a retrasar vuelos por culpa de la escasa visibilidad, así como a cancelar eventos deportivos y actividades al aire libre. Muchos colegios han cerrado, forzando a los niños a retomar la educación a distancia que se implementó durante el confinamiento.
El hecho de que Estados Unidos también esté siendo afectado por las consecuencias de los incendios es un indicativo de que, en materia medioambiental, las fronteras importan poco. La situación ha llevado al presidente estadounidense, Joe Biden, a ofrecer “apoyo incondicional” a sus vecinos del norte, y ha enviado a 600 bomberos para combatir el fuego. Lo que está ocurriendo en Canadá es, según Biden, “un crudo recordatorio de los impactos del cambio climático". Por su parte, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha calificado la situación de “aterradora”.
“Estamos viendo cada vez más este tipo de incendios debido al cambio climático”, ha añadido Trudeau, que se ha referido a la actual oleada de incendios que sufre el país como la peor de su historia. “El Gobierno de Canadá trabajará con nuestros socios de todo el mundo para hacer frente a este problema y abordar sus efectos”.