(Fumel, 1945) Arquitecto francés, uno de los más innovadores y polémicos de los últimos tiempos. Jean Nouvel nació en 1945 en Fumel, una pequeña villa del suroeste de Francia. Su familia (sus padres eran profesores de escuela) se trasladó, siendo él todavía un niño, a la cercana localidad de Sarlat. Allí, por entre calles tortuosas y bajo la sombra de los nobles edificios góticos de la vieja ciudad medieval, transcurrió su primera infancia. Una infancia, la suya, marcada, como la de tantos otros niños franceses, por las carencias y restricciones propias de la posguerra.
A los veintiún años, después de haber pasado unos años en Burdeos, donde cursó sus estudios de secundaria, fue admitido en la Escuela Superior de Bellas Artes de París. Empezó a estudiar pintura, pero, al poco tiempo, se decantó por la arquitectura.
Años más tarde declararía que aquel repentino cambio de intereses se debió a motivos económicos: «En aquellos años no tenía apenas dinero y me pareció que la arquitectura sería una vía más práctica para ganarme la vida que la pintura». El ambiente que se respiraba en la capital del Sena nada tenía que ver con el mundo provinciano y conformista que había conocido hasta entonces. En los bulevares, en las fábricas, en las universidades, entre otros sitios, el descontento de la población para con el gobierno conservador de Charles de Gaulle era latente.
Aquellas ansias de cambio, abanderadas sobre todo por intelectuales, obreros y estudiantes, desembocaron en el revolucionario Mayo del 68. Nouvel, como cualquier otro estudiante, vivió aquella ola de agitación desde la línea del frente. Sin embargo, más allá de las barricadas y los disturbios, lo que tuvo gran influencia en su persona y en su posterior concepción de la práctica arquitectónica fueron los planteamientos utópicos y socialistas divulgados desde las asambleas de estudiantes.
Creatividad y activismo
A pesar de su incansable activismo cultural y político, Nouvel, quien había abierto su propio estudio de arquitectura en 1975, no conseguía que le encargaran proyectos de importancia. Se presentaba a casi todos los concursos; en algunos incluso llegó a ser finalista, pero siempre eran otros los ganadores. A principios de los años ochenta, y coincidiendo con los grandes proyectos constructivos impulsados por el recién elegido presidente François Mitterrand, su suerte cambió.
En 1982 saltó a la palestra de la escena internacional al ganar el concurso para la construcción del Instituto del Mundo Árabe. Nouvel estructuró el edificio en dos cuerpos separados por una estrecha franja: uno en forma de paralelepípedo; el otro, rectangular, pero ligeramente combado en su parte central. El propósito de esta estructura bipartita era que el edificio pudiera ser percibido de manera distinta desde cualquier ángulo exterior.
Sin embargo, fue en la proyección de la fachada donde más audaz se mostró el arquitecto: la recubrió con 17.000 diafragmas que daban lugar a motivos geométricos islámicos, los cuales, mediante un sistema computarizado de células fotoeléctricas, se abrían y cerraban en función de la intensidad de la luz solar. El edificio fue inaugurado en 1987 y aquel mismo año Nouvel fue galardonado con el Gran Premio de Arquitectura.
Con el Instituto del Mundo Árabe, Nouvel se había convertido repentinamente en el arquitecto de moda, en el emblema de la nueva modernidad francesa. Empezaron a encargarle numerosos e importantes proyectos, algunos tan faraónicos y polémicos como la Tour Sans Fins: un edificio en forma de aguja de más de 400 metros de altura, que debía construirse detrás del gran arco de la Défense de París. Sin embargo, la profunda crisis económica que azotó los países europeos a fines de los años ochenta acabó con aquel y con otros muchos proyectos que estaba llevando a cabo.
Superada definitivamente la crisis económica, Nouvel -con un equipo de trabajo renovado y no tan numeroso como el que poseía a fines de los años ochenta- encadenó una serie de encargos, algunos tan polémicos y discutidos como la renovación de la Ópera de Lyon o el centro comercial de Euralille, que lo reafirmaron como uno de los arquitectos más innovadores de fines del siglo XX.
Uno de sus proyectos más celebrados de la década de los noventa fue el de las galerías Lafayette en Berlín. En la construcción de estos grandes almacenes, ubicados en una zona bastante marginal, hizo una interpretación libre de la clásica manzana de casas berlinesa. La planta baja del inmueble fue concebida como un gran espacio abierto y diáfano que buscaba establecer una continuidad con el espacio exterior.
En esta misma planta proyectó dos inmensos conos de vidrio superpuestos e invertidos que perforaban el edificio de arriba abajo. Gracias a esta solución, se conseguía la entrada cenital de la luz exterior y, a la vez, se facilitaba la orientación de los clientes por el interior del inmueble. El exterior del edificio fue recubierto con cristales de color gris oscuro serigrafiado y en la fachada principal colocó grandes monitores y unas bandas de neón que la recorrían de lado a lado. Con este juego de luces, transparencias e imágenes, Nouvel confirió al inmueble un carácter mediático que tenía por objeto atraer al público a una zona alejada de los circuitos comerciales tradicionales.
Inspirándose en fuentes tan dispares como el arte, el cine, la moda, la publicidad o el deporte, sus edificios se caracterizan por una gran originalidad estructural y por el diálogo que establecen con el entorno espacial y cultural en el que se inscriben. Asimismo, Nouvel es de los pocos arquitectos que ha sabido aunar en sus obras -y sin caer en historicismos anacrónicos- la tradición con la tecnología.
En el año 2008 fue galardonado con el prestigioso Premio Pritzker de Arquitectura.
Fuente: www.biografiasyvidas.com/