Que maravilla... me alucinan tus platos amiga mia , aunque mi cocina va por otros derroteros admiro mucho la cocina tan auténtica ...
Creo y es solo mi opinión que trasmitir una emoción a un desconocido mediante un plato es la aspiración de todos los que humildemente amamos la cocina.
Con 8 años hice un souflé flambeado a mi madre cuando aun viviamos en la casa mata en calle Juan de Herrera y hoy con 50 años sigo persiguiendo ese subidón.
Hace poco me preguntaban que diferencia hay entre un cocinero y un artista?, yo respondí , cocinar puede cualquiera ,.un aprendiz , para cocinar bien hay que adquirir técnica , un cocinero y para trasmitir emociones hay que estar loco , literalmente .
Despues me preguntarón cual es el camino ?, y bueno yo les dije que conozco dos y que he practicado ambos.
Uno puede nacer con "la pedrá" y saber naturalmente transmitir estas emociones de forma natural , el otro es el sufrimiento, cuando de profundiza ahí a veces ante la incapacidad de seguir sufriendo llega la inspiración y es muy bonito vivir esa transformación.
Yo cuando veo croquetas pienso en mi madre , pan "migao" con huevo escalfao.en mi abuela ,(100 años), bocadillos de mortadela en mi padre , espaguetis en mi hermano pequeño , , en fin mucho Amor veo yo ahí...
Puedo estar equivocado pero cocinar con Amor es otro nivel , cuando pruebas esas mieles merece la pena esperar.
Cuando veo tus platos eso es lo que siento , emoción y mucho Amor , un abrazo amiga mia y sigue regalándonos esas maravillas culinarias.
Mi respuesta:
¡¡ Ahora el que me ha emocionado, "mi itamae" favorito, eres tú con éstas palabras, con éste precioso y maravilloso comentario. Yo siento profundamente que la cocina son recuerdos, vivencias, momentos, platos y recetas que no sólo alimentan el cuerpo, también el alma y el espíritu.
Como tu bien dices, cocinar puede cualquiera, se aprende en las escuelas, en los libros, practicando, se va aprendiendo cada día con más fuerza en programas de televisión y en canales de youtube (que me parece fantástico), pero cuando ésa cocina se ha vivido, se va transmitiendo de generación en generación, cuando se tiene como si de un tesoro (porque algunos platos son tesoros familiares) forma parte de nuestro ser; porque la cocina no deja de estar en sí misma relacionada con nuestra historia personal, con lo que somos y a lo que pertenecemos, con nuestra propia identidad.
Con tu permiso, copiaré tu texto, lo publicaré en el blog, en ésa cocina que ante todo es muy malagueña y que en gran medida está "Orient-alizada" como mi vida. Un fuerte abrazo y gracias, gracias miles por todo......Un abrazo chef "itamae".
Y la receta de hoy transmite emociones, así siento ésa "pedrá" que me hace compartirla:
La llamada “gamba roja” es uno de los mariscos más cotizados, asociado a localidades como Palamós, Denia, Garrucha o Huelva aunque se pesca en todo el Mediterráneo nacional, siendo fáciles de encontrar en casi cualquier puerto.
En la Costa Tropical granadina y en la Costa del Sol malagueña, la gamba roja autóctona no es tan frecuente en los caladeros, aunque en ocasiones llegan hasta nuestros mercados, donde se le concede el nombre de “rayao”
Sí en cambio, pasando el Estrecho de Gibraltar, cuando vuelven a ser un producto que se encuentra con facilidad, sobre todo en Huelva, donde tiene notable fama la gamba roja de Isla Cristina. En ésta zona las denominan “alistaos”
Aristeus Antennatus es el nombre científico de la “gamba roja”, las cuales tienen un rojo no muy intenso, más cercano al rosado, con ciertas franjas blancas, por lo que en la zona de Almeria, por ejemplo, en el Levante, incluyendo Baleares, y hasta llegar a Garrucha la suelen llamar gamba rosada.
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
Medio kilo de gambas rojas (“rayaos”),
Cabezas y espinas de pescados (en ésta ocasión de doradas y rosadas), medio pimiento rojo, un tomate, una zanahoria, una cebolla, un puerro, una ramita de perejil fresco, dos litros de agua y sal.
Comenzamos preparando el caldo de pescado, para ello, en una cacerola echar el agua, poner a fuego fuerte e introducir las cabezas y las espinas de los pescados junto con el perejil.
Poner en pimiento choricero, retirándoles las semillas, en un cuenco pequeño cubierto con agua caliente.
Cubrir el fondo de una cacerola con aceite de oliva virgen extra, poner a fuego medio e introducir la piel y las cabezas de las gambas e ir friéndolas hasta que estén doradas, presionando a fin de que las cabezas suelten sus jugos. En ése momento añadir uno o dos vasos de caldo de pescado y dejar cocer unos quince minutos. Apartar del fuego.
Pasar el refrito al vaso de una batidora junto con un cucharón del caldo de pescado, pasándolo a potencia máxima, hasta conseguir que quede lo más fino posible. Reservar.