Hay momentos en los que creo firmemente en el destino, en que nada sucede por casualidad, todo está escrito, que en definitiva todo lo que pasa tiene un por qué y que tarde o temprano se acaba por experimentar lo que estábamos predestinados a vivir.
He podido leer que el destino (también denominado fatum, hado o sino) es en definitiva algo sobrenatural, inevitable e ineludible que encamina la vida humana.
Aunque bien es cierto que el destino lo vamos forjando nosotros mismos, día a día, con nuestros actos, con nuestro esfuerzo, con nuestras reflexiones y decisiones llegando a escribir en nuestro libro de la vida lo que está por llegar, por ocurrir, por pasar, en definitiva creando lo que denominamos futuro.
Y en ése destino que marca la vida, se van creando surcos que van marcando el día a día que se ha ido escribiendo ¿o estaba escrito? Conformando lo que realmente llamamos vivir. Y la vida se va enriqueciendo con vivencias, con experiencias e incluso con personas que llegan a ella porque así estaba predestinado.
Personas que sin darte cuenta al principio, cuando te la presentan, vas conociendo poco a poco, día a día y nunca dejan de sorprenderte, con las que llegas a tener amistad, con las que compartes gustos, Personas a quien admiras por su trayectoria profesional, por ése lado humano que vas descubriendo, por su generosidad e incluso por su arte, salero y simpatía. Sí, hoy hablo de él, de Fernando Sánchez.
El doctor Fernando Sánchez Gómez, periodista, profesor, experto gastronómico, escritor, autor de grandes libros de gastronomía....pero ante todo una bella persona, generosa y con un gran sentido del humor. Sigo descubriendo su arte en sus libros, en su WEB FERNANDO SÁNCHEZ GÓMEZ.....
Uno de ésos libros ha llegado a “Mi Cocina” y a la de mis hijos, dedicado y firmado por él. Un libro que es un verdadero tesoro de la gastronomía: ARROCES DE MALAGA
Más de dos centenares de recetas ordenadas por capítulos según su elaboración: arroces caldosos, melosos, paellas, risottos, sushis, otras versiones y postres, recorren plato a plato, copa a copa, pues por primera vez en un recetario de cocina malagueña se marida cada elaboración con un vino diferente de las DO Málaga y Sierras de Málaga.
Los tesoros culinarios y enológicos de la Axarquía, Ronda y la Sierra de las Nieves, la Vega de Antequera, Nororma, el Valle del Guadalhorce, los Montes de Málaga, la Costa del Sol y los puertos pesqueros desde Estepona a La Caleta.
Se trata también de una Guía Gastronómica de Málaga y su Provincia litoral e interior, informando de los establecimientos de toda clasificación donde elaboran arroces a diario: restaurantes con estrella Michelin y sin ella, ventas, mesones, tabernas, marisquerías y chiringuitos o merenderos; cafeterías, bares y gastrobares; pastelerías, restaurantes de hotel y escuelas de hostelería… si ofrecen un buen arroz en su carta, está recogido en este libro.
Hoy, ésta entrada a “Mi Cocina” va dedicada a él y no podía ser con otro plato, que un plato de arroz. Y como Fernando me dice que yo soy “Muy Marenga”, él arroz en paella hoy va hecho con rosada y langostinos.
¿CÓMO LO HICE?
INGREDIENTES PARA CUATRO PERSONAS:
350 grms. de rosada cortada en filetes (más su espina), 12 langostinos grandes, un tomate grande maduro, dos pimientos verdes medianos tipo italiano, seis dientes de ajo, un litro de agua, un vaso mediano de aceite de oliva virgen extra, un sobre de azafrán molido (en su defecto colorante alimentario), una cucharada pequeña de pimentón molido (dulce), ocho puñados de arroz tipo bomba (dos por comensal. O el equivalente a cuatro vasos medianos de arroz) y sal.
Pelar los langostinos, sacar dentro de lo posible el hilo intestinal, reservando carne y cabezas junto con la piel por separado.
Lavar el tomate y los pimientos, quitar las semillas de ambos y cortar en trozos pequeños. Pelar igualmente los ajos y cortarlos en trocitos.
En una cacerola echar un chorreón de aceite de oliva y una vez comience a humear incorporar la espina de la rosada junto con las cabezas y la piel de los langostinos, dejándolos dorar, removiendo de vez en cuando.