Ars Amorata – Por qué los naturales son naturales

Por Kheldar @KheldarArainai

Para hoy, una entrada basada en el siguiente vídeo: una entrevista a Hans Comyn (que forma parte del grupo de Amorati de Zan Perrion), una de las pocas personas -y agrupaciones- que realmente dicen algo con sentido sobre las relaciones y la seducción hoy en día.

Ahora es cuando os menciono que esta es solamente una parte muy pequeñita, que no ocupa más de 3 minutos, de una entrevista mayor… Dividida de hecho en unas 22 partes: tantas como preguntas distintas le dirigen al entrevistado.

En todas ellas dice cosas admirables, a mi parecer… Y yo quiero transmitiros la nº 18, porque es la que me toca más de cerca.

Que no se preocupe nadie… Voy a dejar una transcripción traducida de lo que se dice (por aquellas personas que no capten o no entiendan todo lo que Hans y el entrevistador están diciendo). Os espero dentro del artículo.

Primero, el vídeo:

Y seguido, la transcripción:

Todos teníamos un amigo en la escuela que era increíblemente bueno con las mujeres a una muy corta edad. ¿Cómo lo aprendió él?

- Hans:  “Él no tuvo la oportunidad de apartarse de lo que todos tenemos naturalmente. Porque pienso que todos lo tenemos. Todos tenemos una habilidad natural para interactuar normalmente, y la olvidamos. La experiencia… Lo que hace la experiencia es reconectar con eso.

Conozco hombres que eran así. Yo era así: me recuerdo haciendo cosas, corriendo tras chicas y dándoles besos en la cabeza, y entonces aaaaaaaaaah… Al día siguiente venía la madre y me decía Hans, no puedes besar a Estefanía en su piel caramelo (1)… Ella olía demasiado bien… Y entonces empezabas a pensar que tal vez estaba mal. Antes de eso, nunca lo había pensado.

Recuerdo chicas que conocí cuando tenía cinco años, y aún me acuerdo de cómo era su aroma y de qué solían vestir. Recuerdo que fui encantado por ellas. Y como fui encantado, lo hice todo bien con ellas… Teníamos unos 5 o 6 años, y fue bien hasta que otros chicos y chicas *se burlaron de nosotros (hace una mímica como si se riera de alguien y lo señalara con el dedo)*. Pienso sobre ello ahora…

Tuve mi primera novia cuando tenía 6 años. Se llamaba Anneliese… Y recuerdo a otro chico, cuyo nombre es Han (por si acaso llega a ver esto y se acuerda), que decía en tono de burla, ¡Ah aaaah! ¡Hans está con Anneliese!. Cosas así, ¿sabes? Y recuerdo que nunca antes había pensado en ello, y me dije entonces: ¿Y qué? ¿He hecho algo malo? (él era mayor que yo, ¿de acuerdo?).

Y así es como empiezas a pensar que hay algo errado, y a echarte atrás. A sentirte culpable por hacerlo. Pero está ahí, y la mayoría está ahí por completo. Por eso pienso que los chicos que son así a una edad temprana, son personas que no se compararon con otras y no se sintieron culpables.”

- Entrevistador: “Entonces, ¿podría decirse que el truco de un natural es tener la suerte de que no le preocupase la risa de otros, y que la gente se metiera con él?

- Hans: “Claro. Él tuvo alguien con quien pudo conectar.”

- Entrevistador: “Bien… Tiene sentido, porque dices muy a menudo que la seducción no es aprender cómo mostrarse y hacer una danza de cortejo cuando te cruzas con alguien (2), sino que es más como desnudarse.”

- Hans: “En efecto. De hecho, desnudarse de varias formas. Es desnudarse de todas las retóricas socialmente condicionadas. Olvidarse de cómo deberían ser las cosas.”

Bien, hasta aquí llega este fragmento de la entrevista. En el mismo dan enlaces al siguiente fragmento y a otro que podría interesarte también… Aunque el resto del visionado, lo dejo a vuestro criterio. Ahora, un par de notas sobre la entrevista:

  1. En el vídeo, Hans dice una expresión curiosa: you can’t kiss her on her red bones. La parte curiosa de la misma es la de red bones, que puede significar una serie de cosas (como que la chica fuese de razas mixtas), pero que en concreto creo que se refería a que tenía la piel de color caramelo. De un color oscuro pero lo bastante claro para que, si le aplicas la presión de un dedo o de un beso, se quede marcada en rojo… Aunque puede que me equivoque (y acepto correcciones, por supuesto).
  2. En el vídeo, el entrevistador dice: seduction is not about learning how to show up and doing dance when you cross her. Como esta expresión es algo complicada de traducir de una manera seria (y de hecho, lo que a mí se me ocurría en un principio era traducirla como “hacer bufonadas”), he decidido dejarlo como está arriba.

El motivo por el que esto conecta tanto conmigo es porque, de hecho, yo era así cuando niño… Y sigo siendo así hoy en día. Con la sana diferencia de que escojo muy bien las maneras y los momentos para hacer las cosas.

No me interesa ni me impresiona la capacidad que algunos quieren desarrollar, esa de llamarle la atención a una desconocida en una situación apurada (del estilo de ir en el tren, ir por la calle y similares). No conozco nada sobre esas personas y no quiero basar mis relaciones con nadie en el mero capricho visual y la posibilidad de descubrir una persona interesante detrás de cada cara bonita y cuerpo vestido de manera insinuante que me cruce… Porque no me quiero pasar la vida siendo un perseguidor de faldas.

Estoy de acuerdo en que a la gente le pueda parecer interesante y atractiva esa idea. Estoy de acuerdo en que muchos pueden disfrutarlo como si fuera una masiva inyección de adrenalina. Cuando empiezo a estar menos de acuerdo, es cuando hay gente que afirma que así las personas estarán más seguras de sí mismas…

¡Au contraire!

Así, lo que están haciendo es acostumbrarse a la inseguridad.

Tiene sentido si lo piensas detenidamente: te acercas a alguien que no conoces, que no sabes cómo va a reaccionar a tu presencia ni a tus acciones… Y despliegas una serie de actitudes y de habilidades sociales con varios fines:

  • No ser rechazado de plano (sic. ignorado, mirado con desprecio, etcétera).
  • No ser agredido (verbal o físicamente) por ella, sus amistades, pareja…
  • Permanecer dentro de la interacción y hacerla interesante para los involucrados.
  • Fomentar que dure un cierto tiempo, lo suficiente para “calentar y soltarte”.
  • Encontrar una vía para conectar y justificar tu interés en esa persona.
  • Tratar de volver a ver a esa persona, y de hacer que se interese por ti.

¿Cúantas de estas finalidades pueden asegurarse, sin margen a un suceso inesperado o indeseado? A juzgar por lo que me contáis a diario, y por mi propia experiencia…

Ninguna. Como dijo un filósofo llamado Spinoza…

[...]Todos los prejuicios que intento indicar aquí dependen de uno solo, a saber: el hecho de que los hombres supongan, comúnmente, que todas las cosas de la naturaleza actúan, al igual que ellos mismos, por razón de un fin […]

Esto significa que el universo no tiene ni fin ni propósito alguno. Que es caos.

Como tal, desaparece la relación causa-consecuencia.

Trasladando esto al ejemplo que nos resultará más familiar… Se inician las interacciones con la idea preconcebida de que tiene que haber una respuesta a nuestras acciones… Un resultado. ¡Y no tiene por qué!

Los más optimistas interpretan que hasta la no-respuesta es una respuesta.

Asumen que no fueron lo bastante llamativos, o que no fueron capaces de “dominar el marco”, o cualquier otra excusa que se les ocurra. Mi expresión favorita para esto no es en castellano, sino en inglés: “they were not flashy enough”, que puede traducirse como que no fueron lo bastante chillones u ostentosos.

Una solución eficaz: dejar de perseguir mujeres, y empezar a celebrar la belleza de la vida.

¿Quieres dejar de verte lastrado por lo que persigues y no alcanzas? Es sencillo…

Te sugiero que pruebes a apreciar todos los detalles, todas las sensaciones, todas las emociones que las personas te despiertan y te animes a compartirlas abiertamente. Sin esperar ni un resultado, ni una respuesta, ni siquiera un agradecimiento por ello.

No te pongas ninguna excusa… Solamente, manifiesta la belleza. Sé su testigo. Agradécela, celébrala, y compártela. La belleza florecerá a tu alrededor.

Permíteme aportar un ejemplo explicativo. Lo extraeré de una novela:

—Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia. Cronista arrugó la frente y despegó los labios, pero Bast levantó una mano. —No, escúchame. Ya lo tengo. Conoces a una chica tímida y sencilla. Si le dices que es hermosa, ella pensará que eres simpático, pero no te creerá. Sabe que esa belleza es obra de tu contemplación. —Bast se encogió de hombros—. Y a veces basta con eso. Sus ojos se iluminaron. —Pero existe una manera mejor de hacerlo. Le demuestras que es hermosa. Conviertes tus ojos en espejos, tus manos en plegarias cuando la acaricias. Es difícil, muy difícil, pero cuando ella se convence de que dices la verdad… —Bast hizo un ademán, emocionado—. De pronto la historia que ella se cuenta a sí misma cambia. Se transforma. Ya no la ven hermosa. Es hermosa, y la ven.

(Fragmentos de un diálogo de “El nombre del viento”, de Patrick Rothfuss.)

Deseo de corazón que seáis capaces de comprender esta sutil diferencia. Si queréis otro ejemplo más, os sugiero que escuchéis uno de los discursos de la película Don Juan DeMarco, sobre la belleza de toda mujer… Es lo bastante esclarecedor.

Por ahora, ya es momento de cerrar el escrito y dejaros a solas… Estaré encantado de recibir vuestras reflexiones, para lo cual tenéis abiertos los comentarios en esta entrada.


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Kheldar