Debajo de la gran ciudad existe otra gran ciudad, enorme y antigua como la de arriba. Guarda en su interior pequeños detalles que se mantuvieron a pesar del avance de la modernidad. Sólo hay que bajar las escaleras y animarse a descubrir de qué se trata. Antes mostraba el arte en el metro de Moscú pero no hay que irse muy lejos para descubrir que también existen demostraciones artísticas en América, más precisamente en Argentina.
En 1934, la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas, responsable de la flamante línea C, decidió importar mayólicas con trabajos de artistas españoles y montarlas en sus estaciones.La fábrica de cerámicas Cattaneo y cía. nunca se propuso quedar inmortalizada en el tiempo. Sin embargo, aunque bajo tierra, a partir del año 1939 lo logró. Lo cierto es que de ella salieron recién horneados los azulejos pintados que pasarían a formar parte de las más modernas estaciones de subterráneo de la época.
Los azulejos de la estación Jujuy dejan observar el paisaje jujeño y sus principales actividades económicas, destacando el comercio a lomo de mula y el pastoreo, dos de las típicas actividades que aún hoy, después del año 2000, constituyen la principal actividad de los habitantes de la puna.
El autor de este mural es Alejandro Sirio (1890-1953), quien nació en Oviedo, España, bajo el nombre de Nicanor Alvarez Díaz, y antes de cumplir los 20 años se trasladó a Buenos Aires, donde su habilidad artística fue descubierta por los fundadores de la famosa revista Caras y Caretas. En ella, en el diario La Nación y en la revista El Hogar, fueron publicadas sus obras que se concentraron en su gran mayoría en la historia argentina. Además de un gran artista, Alejandro Sirio fue profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
La estación Urquiza nos sorprende con la batalla de Caseros y con el Cabildo de Santa Fé, acontecimientos ambos de los procesos de Independencia y organización de la Nación Argentina. La historia cuenta que, en febrero de 1852, las tropas del gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urqruiza, obtuvieron la victoria frente a las de Buenos Aires, gobernadas por Juan Manuel de Rosas.
La polvareda desatada, según los historiadores de la época, por el enfrentamiento a caballo entre los dos bandos es algo que puede observarse de manera notable en la pintura de Léonnie Matthis de Villar (1883-1952), quién nació en Troyes, Francia y estudió en la Escuela de Bellas Artes de París y que, al viajar por España, conoció al pintor argentino Francisco Villlar, con quién se casó y radicó en Argentina.
El paso del tiempo, las filtraciones y las roturas de algunas piezas fueron deteriorando ese acervo y convirtiéndolo en un elemento más dentro de las estaciones. Pero desde un poco más de una década, la empresa concesionaria decidió trabajar en la restauración y el crecimiento de ese patrimonio. A través del programa SubteVive, ya son 25 los nuevos murales emplazados en las seis líneas porteñas, dando lugar no sólo a artistas plásticos consagrados sino también a otros cuyo oficio primario es el dibujo.
Mural de Carlos Páez Vilaró, en la estación Carlos Gardel de la línea B
Así, Rogelio Polesello (en la línea D, estación José Hernández); Josefina Robirosa (misma línea, estación Olleros); Carlos Páez Vilaró y el fileteador Andrés Compagnucci (línea B, estación Carlos Gardel) conviven con las viñetas de Horacio Altuna (línea C, pasaje Lima Norte), Quino (en el mismo espacio) y Hermenegildo Sábat –que rinde homenaje a los “próceres” del tango, en Lima sur.
Los visitantes los fotografían, los admiran y los notan. Los porteños, sumidos en la vorágine, difícilmente reparen en ellos. Pero tomarse un segundo para apreciarlos cambia, sin dudas, la rutina del viaje.
http://www.mdzol.com/nota/273513/http://www.welcomeargentina.com/ciudadbuenosaires/estaciones-subte.htmlhttp://www.larazon.com.ar/ciudad/Arte-pintan-murales-embellecer-estaciones_0_561000009.html